Por el norte de Portugal: Bragança, Amarante, Guimarães, Braga, Ponte de Lima y Viana do Castelo
- Nomadea
- 15 ene 2021
- 14 Min. de lectura
Actualizado: 22 ene 2021

Cuando nuestro viaje por la región francesa de Bretagne empezaba a tomar forma en nuestra mente, el mal clima nos hizo replantearnos la ruta y un día antes de emprender el camino decidimos ir en la dirección opuesta. Mientras que una inmensa nube repleta de agua estaba pronosticada para toda la semana en Francia, un sol inmenso prometía anclarse en Portugal los próximos 10 días. Así que, sin mucho plan atravesamos de este a oeste toda España, deteniéndonos solo para visitar la ciudad de Vitoria y Burgos, y a primera hora del día siguiente estábamos en tierras portuguesas.
PANORÁMICA DE BRAGANÇA
Bragança nos regaló una bonita imagen matutina desde la colina que alberga el santuario de São Bartolomeu. La pequeña ciudad de casas bajas, calles desordenadas y protegida por un castillo fue edificada a los pies del cerro que también sirve como centro de peregrinación y punto panorámico. Siendo tan temprano en la mañana poco movimiento había y decidimos continuar ruta hasta que los lugares cobraran más vida.

AMARANTE, EN BUSCA DE UN HELADO ENCONTRÉ UNA RICA MEDIALUNA
En ese estado de gente en constante movimiento encontramos Amarante, un pueblo precioso construido a orillas del río Támega y rodeado de colinas boscosas. La importancia histórica de este sitio se centra en el puente São Gonçalo que los locales defendieron durante 14 días del avance de las tropas de Napoleón en 1809. Con el tiempo el ejército francés logró derrotar a la milicia portuguesa, pero esta resistencia fue decisiva para la victoria final del ejército anglo-lusitano. En 1910 el puente de São Gonçalo fue declarado Monumento Nacional y es uno de los imperdibles del lugar por su arquitectura e historia.

Almorzamos en la ribera del Támaga e iniciamos nuestro paseo cruzando el puente de São Gonçalo que nos permitió acceder a la zona turística. Calles empinadas, fachadas con coloridos azulejos, cúpulas de iglesias y las ganas de tomar un helado nos incentivaron a caminar por ese acogedor pueblo que regala más de una vista panorámica. El capricho de un rico helado no lo pudimos satisfacer, pero la calma de las calles de en un fin de semana soleado hizo lo suyo para que nos llevemos una excelente imagen de lugar. Por la tarde, el paseo ribereño empezó a tomar vida, la gente deambulada disfrutando de las últimas horas de sol y siguiendo los pasos de los lugareños nos atrevimos a cruzar el rio caminando por una cornisa de cemento que formaba un ínfimo salto y que por partes estaba seco. Así nos despedimos de Amarante, yo con las zapatillas mojadas y Luri con los pies húmedos.

GUIMARAES, AMOR A PRIMERA VISTA
Después de 40 minutos en el auto llegamos a Guimarães, el lugar donde nació Portugal según advierte una de las paredes de su muralla. Los relatos cuentan que Alfonso Henriques, oriundo de Guimarães, en 1128 libró la batalla de Mamede contra su madre Teresa de León y tras ganarle se convirtió en el primer rey de Portugal.

Al ser un sitio con muchísima historia que combina arquitectura medieval con casas señoriales y fachadas revestidas con azulejos, el casco antiguo fue catalogado como Patrimonio Mundial por la UNESCO y merece la pena visitarlo. El vaivén de los turistas es mucho más alocado en Guimarães y el silencio de las calles desaparece al pasar por las plazas y terrazas concurridas. Aun siendo un sitio tan activo es posible encontrar rincones de paz donde no falta alguna casa bonita para fotografiar.

Siguiendo la intuición, nuestra caminata empezó en el trozo de la muralla que tiene la famosa inscripción “Aquí nasceu Portugal” y como nada sabíamos del sitio hasta poner un pie en el lugar, mucha fue la información que estas letras nos proporcionaron. En la Plaza Largo do Oliviera, ubicada en las inmediaciones del muro encontramos con un conjunto de fachadas repletas de azulejos típicos portugueses muy bonitas que está considerado el corazón de la ciudad. Antiguamente era el sitio donde se celebraba la feria de ganado y otros productos y hoy en día sigue tiendo mucha vida gracias a los bares que la rodean.

Escapando un poco del lio de gente (era fin de semana y el día estaba para andar en la calle), fuimos rodeando lo que había sido la ciudad intramuros por la av. Alberto Sampaio pasando por el Jardim Público da Alameda y la impresionante Igreja do Mosteiro de São Torcato con los jardines coloridos de flores hasta llegar a los Tribunales Judiciales y la estatua de la Condessa Mumadona Dias. De ahí entramos al Parque do Castelo que, obviamente, nos llevó a las “ruinas” del Castelo de Guimarães el cual se construyó por la condesa Mumadona Dias a mediados del siglo X para defender el monasterio de los ataques normandos y musulmanes.

Muy cerquita, en la misma colina encontramos con el elegante Paço dos Duques de Bragança construido a pedido de Alfonso I en el siglo XV para ser utilizado como residencia de los duques. Con el tiempo dejaron de usarlo hasta quedar completamente abandonado y entrar en un avanzado estado de deterioro. En el siglo XIX, debido a las invasiones francesas fue reconvertido en cuartel militar y finalmente en el siglo XX fue reconstruido y desde entonces está abierto al público como museo y el presidente del país lo usa como su residencia oficial en el norte del país. Tanto al castillo como al palacio no pudimos ingresar debido a las restricciones de la Covid. Lo que no nos perdimos fue la estatua de Dom Afonso Henriques que está custodiando una de las entradas al parque donde se encuentran el castillo y el palacio.

Finalmente nos sumergimos en el casco histórico de Guimaraes y entre sus calles laberínticas en las que abundaba el empedrado encontramos bonitas casas tradicionales repletas de azulejos verdes, celestes y rojos, construcciones góticas y templos como la Igreja Nossa Senhora da Oliveira que destaca por su fachada gótica y su interior barroco. Frente a esta estaba el Pedrão do Salado, una especie de kiosko gótico cargado de decoración que resaltaba la importancia de los bares que rodeaban la plaza en la que estaba.
Cuando estábamos yendo al hostel pasamos por un precioso palacio blanco con tejas cobrizas y esculturas de piedra que terminó siendo el Palacio Vila Flor que alberga un centro cultural.

En nuestra rápida visita nos quedó pendiente ir al Parque da Penha que se encuentra en el Monte de Santa Catarina a 6 km de centro la ciudad y al cual se puede subir en teleférico. Según dicen, es el sitio perfecto para tener una excelente vista panorámica de la ciudad y los alrededores.
En este lugar histórico el relato que más me impactó no fue el de la fundación de Portugal, sino la historia de vida de la recepcionista del hostel quien decidió dejar su Cuba natal para buscar un mejor futuro a pesar de que eso le haya implicado volar a Rusia, peregrinar hasta Macedonia y arriesgar su vida atravesando montañas a pie para entrar en territorio europeo.

¡QUÉ BONITA MI BRAGA FLOREADA!
Antes de pasear por las calles de esta ciudad con nombre tan especial, fuimos al Santuario Bom Jesus do Monte, ubicado a 6 km, para conocer el segundo centro de peregrinación más importante del país. Para acceder al santuario que está ubicado en la cima de un monte, hay que subir la famosa escalera do Bom Jesus o tomar el funicular.

Nosotros elegimos la extensa escalinata barroca que al principio está decorada con capillas que albergan las estaciones del Vía Crucis y concluye con descansos en los cuales hay fuentes de agua que representan los 5 sentidos y tienen esculturas a las que les sale agua de distintas partes del cuerpo (algo bastante curioso y un poco tétrico). La foto imperdible es tanto desde el comienzo de la escalera como desde la parte alta. En la cima no solo sorprende la espectacular vista panorámica, sino también el templo, el inmenso jardín con gran diversidad de árboles y el lago. Toda esta mezcla de cosas bonitas confecciona un espacio perfecto para recobrar el aliento antes de volver a aventurarse en las escalinatas.

Habiendo cumplido con uno de los imperdibles de Braga, nos dirigimos al centro de la ciudad a descubrir qué más hacia tan especial a este lugar. Allí encontramos una ciudad activa en la que seguía destacando la arquitectura y las coloridas fachadas llenas de azulejos que tanto me gustaban. En base a dónde habíamos estacionado, nuestro recorrido empezó por la av. Da Liberdade sobre la que se encuentran los elegantes edificios del Teatro do Circo (el espacio cultural más grande de la ciudad) y el Banco de Portugal y la Praça da República rodeada de bares y adornada con una fuente de agua y canteros repletos de flores que cuidadosamente arreglaba una cuadrilla de trabajadores procurando no dejar ni un capullo marchitado.

Sumergidos ya en el casco antiguo (pero muy cerca de donde estábamos) nos topamos con la Torre de Menagem do Antigo Castelo de 12 metros de altura hecha en granito. En medio de ese laberinto de callejones comerciales y caserones repletos de azulejos nos cruzamos con el Jardim de Santa Barbara, un acogedor espacio multicolor para descansar y ver algunos fragmentos de las ruinas del Antigo Paço Arquiepiscopal.

En Portugal, cuando alguien deja la puerta abierta se acostumbra preguntarle si es de Braga. Esta expresión se debe al Arco da Porta Nova que es una gran arcada que nunca tuvo puerta. La obra original fue mandada a construir en 1512 por el arzobispo D. Diogo de Sousa y la versión que se puede ver hoy en día es una reconstrucción de 1772 bastante polémica, porque al parecer cambiaron bastante el diseño.

Braga tiene la catedral más antigua del país, Sé de Braga, y a pesar de su antigüedad está al día con las tendencias ya que desde que comenzaron las restricciones por la Covid para ir a misa hay que sacar turno por internet. Sobre la calle Dom Paio Mendes que tiene acceso a la catedral está uno de los edificios que más me llamó la atención (Dona Petisca) y no solo por sus azulejos amarillos sino por las esculturas a tamaño real que hay en los balcones que representan a un cocinero, un niño y a un hombre encapuchado.

Para ir terminando con el paseo por la ciudad nos dirigimos a la Igreja y Hospital de São Marcos que, además de destacar por su arquitectura barroca con 8 esculturas a tamaño narutal de mártires y apóstoles, tienen las gigantes letras que conforman el nombre de la ciudad. El último lugar que visitamos fue el Palacio do Raio, también de estilo barroco, tiene una de las fachadas más representativas de la ciudad con sus puertas azules y azulejos del mismo tono. Fue construido en 1754 por André Soares da Silva y actualmente es un museo.

PONTE DE LIMA Y SU MERCADO
Tuvimos la suerte de llegar un par de horas antes de que se retirase el mercado que se extiende en una de las márgenes del río Lima, con lo cual pudimos disfrutar de la pequeña ciudad con mucha y poca gente y degustar las sabrosas mandarinas y encurtidos típicos de la región. El mercado o feira, como ellos lo llaman, es muy auténtico y se puede encontrar todo tipo de productos a buen precio. Por lo que estuvimos viendo, lo que más llevaban los turistas eran cosas hechas en cerámica (vasijas, jarrones, platos, fuentes, etc), salazones y embutidos, pero podés comprar desde muebles hasta medias.

Más allá del mercado (que a nosotros nos encantó), el atractivo principal del lugar es el Puente que une ambas márgenes del río Lima y que le da nombre a la ciudad. El puente original fue construido por los romanos en el año 1 ac y fue el primero que permitió cruzar estas aguas. La edificación actual es medieval y se caracteriza por sus 31 arcos de piedra. Del otro lado del puente se encuentran la Igreja de Santo Antonio da Torre Velha y la Capela do Anjo da Guarda que están muy bonitas para fotografiar.

De las 9 torres que protegían la ciudad solo se conservan 2, la Torre de São Paulo y la Torre da Cadeia Velha que hoy en día alberga la oficina de turismo y tiene una pequeña exposición de artesanías y trajes típicos muy interesante.

Perderte por las calles enredadas de esta pequeña ciudad llena de personalidad es lo mejor que podés hacer para conocerla ya que rincones con encanto no le faltan. Algo muy típico también, es visitar alguna bodega y degustar sus productos.
VIANA DO CASTELO, UN SITIO BIEN TRADICIONAL
Llegamos al final del día, cuando la luz estaba escaseando, así que decidimos buscar un lugar alejado y tranquilo donde pasar la noche. En la desembocadura del río Lima encontramos el sitio perfecto y la neblina de la mañana camufló nuestra carpa para que podamos dormir hasta tarde.

Esperando que las nubes se fueran paseamos por un shopping, algo muy raro en nosotros, y aproveché para comprarme algunas cositas nuevas para tener algo nuevo el armario poco abultado. Cuando por fin en el cielo predominaba el azul claro y el sol brillante, nos fuimos al Monte de Santa Luzia para conocer el Santuário do Sagrado Coração de Jesus. Se trata de una construcción que mezcla estilos neo-románico y neo-bizantino inspirada en la Basílica Sagrado Corazón de París. La obra fue concluida en 1943 por el arquitecto Ventura Terra y actualmente es un importante centro de peregrinación. Pero lo que nos motivó a visitar este lugar fue poder ver cómo el río Lima vuelca sus aguas sobre el mar y la espectacular vista panorámica que hay desde la cima del monte.

Al igual que Ponte de Lima, Viana do Castelo me pareció un sitio con bastante personalidad donde la vida cotidiana de los locales se manifiesta más que el turismo. Al caminar por las calles próximas al puerto encontramos casas sencillas de dos plantas, algunas decoradas con azulejos y todas con balcones pequeños y grandes ventanas que conforman la arquitectura tradicional del lugar.

En la desembocadura del río Lima permanece los muros de piedra de forma pentagonal del Forte de Santiago da Barra que ya no cumple una función defensiva, pero eso no le quita belleza arquitectónica y además, albergar la Capela de Santiago en su interior, es un buen punto para ver la puesta de sol en el mar.

En las tranquilas aguas del puerto descansa el Navio Hospital Gil Eannes, que fue construido en 1955 para que sirviera de hospital para asistir a todos los pescadores y tripulantes que navegaban los mares de Terra nova y Groenlandia mientras pescaban bacalao. También fue utilizado como barco de correo, remolcador, quiebra hielo y abastecedor de combustible, y hoy en día funciona como museo.

Siguiendo la rivera, cruzamos la Praça da Liberdade la cual alberga Biblioteca Municipal y una inmensa escultura de bronce de la que cuelga una cadena rota. Esta obra de arte realmente es una fuente de agua, pero está apagada la mayor parte del año. Desde este punto se puede apreciar el Pont Eiffel que atraviesa el agua del Lima realizado por el mismo autor que la Torre Eiffel de París.

Volviendo al corazón de la ciudad, encontramos con la Praça da República que era el centro social y político de antaño. En el centro tiene una bonita fuente de agua en movimiento, a un lado está el Antigos Paços do Concelho que cuando nosotros fuimos había una exposición gratuita de los estudiantes de bellas artes que estaba muy buena, y en una calle lateral se encuentra la Sé Catedral de Santa Maria Maior construida en el siglo XV siguiendo el estilo arquitectónico de las otras catedrales del país y con un poco de influencia galega. Por último, visitamos la Estação ferroviária que a mi parecer tiene una de las esculturas más bonitas y representativas de la cultura local que enseña a una pareja bailando y que llevan trajes típicos.

Siendo la primera ciudad costera que visitábamos de Portugal, decidimos degustar algún plato típico portugués a base de pescado (o al menos yo, porque Luri cambió de opinión en cuanto vio la carta). Elegimos el restaurante Casa Primavera en base a las reseñas que habíamos leído en internet y en cuanto entramos supimos que Había sido una buena elección. Mesas largas ocupadas por gente local, trabajadores, pesqueros, oficinistas y algún que otro turista, decoración 100% tradicional y muchos comensales siempre es una buena señal. Yo pedí el menú del día que incluía Sargo frito (3 pescados) con arroz, ensalada y unas verduras guisadas, bebida y postre y Luri ordenó una picaña asada que le vino acompañada de frijoles, arroz y ensalada y de postre pão de ló con un queso fuerte que se fundía al entrar en la boca. Todo estaba buenísimo y las porciones eran generosas.

La siguiente parada del viaje fue Porto, que me dejó completamente asombrada y aunque suene raro, me hizo recordar a mi Buenos Aires querida. Pero como esto se está haciendo muy largo, mejor te lo cuento en el próximo post.
RESUMEN DEL ITINERARIO

- BRAGANÇA
¿Qué ver?
1. Mirador y santuario de São Bartolomeu.
2. Castelo de Bragança: alberga el Museo Militar de la ciudad.
3. Museu Ibérico da máscara e do traje.
- AMARANTE
¿Qué ver?
1. Puente de São Gonçalo y un paseo por la orilla del río Támega.
2. Monasterio de São Gonçalo: se pueden visitar de 8 a 18:00 horas con entrada gratuita.
3. Caminar por el casco antiguo y apreciar las fachadas decoradas con azulejos.
4. Museo Amadeo de Souza-Cardoso: La entrada al museo tiene el precio de 1 euros y está abierto de martes a domingo de 10:00 a 12:30 horas y de 14:00 a 17:30 horas.
5. Iglesias de São Domingos y de São Pedro: ambas de entrada gratuita.
6. Parque Forestal de Amarante.
¿Dónde estacionar?
En la zona de la piscina municipal (al otro lado del río) hay un inmenso estacionamiento donde podés dejar el auto gratis y a metros de la zona más turística.
- GUIMARAES
¿Qué visitar?
1. Casco antiguo de la ciudad con sus edificios góticos, casas tradicionales y callejuelas.
2. Muro de Aquí Nació Portugal y Plaza Largo do Oliviera.
3. Igreja do Mosteiro de São Torcato
4. Tribunales Judiciales y estatua de la Condessa Mumadona Dias.
5. Castillo de Guimarãe.
6. Paço dos Duques de Bragança y estatua de Dom Alfonso Henriques.
5. Igreja Nossa Senhora da Oliveira y Pedrão do Salado.
6. Palácio y centro cultural Vila Flor.
7. Parque da penha y Monte de Santa Catarina: se puede llegar en teleférico y en la cima está la estatua do Papa Pio IX y el santuario da Penha.
¿Dónde estacionar?
Dejar el auto en las calles en la zona turísticas implica tener que pagar y estar atento a que no se te pase el tiempo del parquímetro. También hay varios estacionamientos privados que te evitan el estar pendiente de la hora. Pero lo mejor es alejarse un poco del centro para encontrar calles donde sea gratis estacionar (Guimarãe es pequeño). Nosotros encontramos un sitio a solo 3 cuadras de la oficina de turismo donde comenzaba la zona gratuita y estábamos muy cerca del lio de turistas.
- BRAGA
¿Qué hacer en una mañana?
- En las afueras de la ciudad:
1. Santuario de Bom Jesus do Monte, la escalinata y los jardines: se puede acceder a pie o en funicular (1,50 € por tramo). Desde la ciudad se puede ir en transporte público en las líneas 2 y 88 de autobuses.
2. Monte y Santuario do Sameiro: al igual que el anterior está en las afueras de la ciudad y es un lugar típico para disfrutar de la vista panorámica. La entrada al recinto y la basílica son gratis.
- En el centro de la ciudad: con un orden lógico a seguir.
1. Theatro do Circo: av. Da Liberdade 697. Se puede visitar con un tour en portugués o inglés que se realiza los lunes y sábados a las 14:30 horas. Precio 3.5 € por persona.
2. Praça da República y Banco de Portugal.
3. Torre de Menagem do Antigo Castelo: abre martes y sábados de 14 a 17.30 hs y la entrada es gratuita.
4. Jardim de Santa Barbara: Rua Eça de Queirós. Abierto todo el tiempo.
5. Antigo Paço Arquiepiscopal: localizado en Praça Mun. 4820. Alberga la Biblioteca Pública e Arquivo Distrital de Braga.
6. Arco da Porta Nova.
7. Sé de Braga: abre todos los días de 09.30 a 12.30 hs y se puede visitar abonando un ticket que cambia de precio según lo que quieras conocer. Tesoro + Museo da Sé de Braga 3 €, Capillas + Coro alto 2 € y Catedral 2 €. Más información en la Web Oficial.
8. Letreiro Braga e Igreja y Hospital de São Marcos: ubicados en Largo Carlos Amarante.
9. Palacio do Raio: Rua do Raio, 400. Está abierto los martes y viernes de 14.30 a 18 hs y los sábados de 10 a 12.30 hs. Sitio Web.
10. Termas Romanas do Alto da Cividade, están un poco alejadas del casco histórico y se pueden visitar pagando 1,85 € por persona.
- PONTE DE LIMA
¿Qué hacer en una tarde?
1. Puente medieval de Lima.
2. Mercado callejero: se celebra cada 15 días, alternando el primer y tercer lunes de cada mes. Se coloca siguiendo la margen del río Lima y tiene gran variedad de productos y precios accesibles.
3. Igreja de Santo Antonio da Torre Velha y la Capela do Anjo da Guarda.
4. Torre de São Paulo.
5. Loja de Turismo y Torre da Cadeia Velha.
- VIANA DO CASTELO
¿Qué ver en una mañana?
1. Monte de Santa Luzia y Santuário do Sagrado Coração de Jesus: la entrada gratuita y está abierto todos los días de 8 a 18 hs o 17 hs, dependiendo de la época del año. Más información en la Web Oficial. https://templosantaluzia.org/
2. Forte de Santiago da Barra y Capela de Santiago: abierto al público todos los días y de forma gratuita.
3. Puerto y Navio Hospital Gil Eannes: el Navio se puede visitar de lunes a viernes de 10 a 17 hs y tiene un costo de 4,50 € por persona. Para más información entrar a la Web Oficial.
4. Praça da Liberdade y Biblioteca Municipal: Alameda 5 de Outubro 049.
5. Praça da República y Antigos Paços do Concelho: R. Sacadura Cabral 35.
6. Sé Catedral de Santa Maria Maior: Largo Instituto Histórico do Minho 9.
7. Estação ferroviária: Av. dos Combatentes da Grande Guerra y Av. Conde Carreira. La estatua de los bailarines está en la entrada principal.
8. Pont Eiffel.
¿Dónde comer rico, local y barato?
Casa Primavera es el restaurante donde almorzamos y ofrece platos típicos de la cocina portuguesa que mantienen una excelente relación precio calidad. Además, la atención es excelente, el ambiente es muy relajado y si bien se pueden encontrar turistas, predomina la gente local, trabajadores y pesqueros. Se encuentra en R. Góis Pinto 59 y abre de lunes a sábados de 10 a 22 hs. Web oficial.
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