Olivos milenarios, Fredes, Morella, Teruel y sus pueblos. "Viaje post-cuarentena 2° parte"
- Nomadea
- 21 sept 2020
- 13 Min. de lectura
Actualizado: 1 oct 2020

LA JANA y CANET LO ROIG
La segunda etapa de nuestro viaje post-cuarentena empieza en La Jana, un desolado paraje que tiene el privilegio de albergar la mayor densidad de olivos milenarios del mundo. Son 966 ejemplares localizados en solo 19,5 km² que dan vida al Museo Natural de Olivos Milenarios y de los cuales aún se recolectan las olivas para producir aceite.
El Museo Natural de Olivos Milenarios es un espacio gratuito que está siempre abierto. En él podés encontrar estas maravillas de la naturaleza que a lo largo de los años fueron retorciendo sus troncos convirtiéndose en sorprendentes esculturas vivientes. Si bien cada árbol tiene su particularidad, se destacan 9 por su considerable altura o perímetro, estos conforman el circuito convencional a caminar. El recorrido es muy sencillo y por un terreno completamente plano.

Cuando terminamos de recorrer este increíble museo al aire libre, elegimos un olivo cercano (no milenario) y en su sombra nos pusimos a cocinar encontrando así una excusa para seguir contemplando las siluetas de los árboles. Mientras revolvíamos la comida pensábamos: ¿Cuánta gente se habrá refugiado del sofocante sol de verano bajo la copa de estos olivos? Teniendo en cuenta que estos campos llevan cultivados más de mil años, sin duda estos abuelos habrán presenciado más de una historia digna de contar.

Antes de marcharnos del camino del Olivo Milenario, fuimos a Canet lo Roig. En este pueblo, los ejemplares están dispersos en varias propiedades, con lo cual conocer el clásico “Olivo de cuatro patas” o el famoso “El Olivo” requiere dar un paseo o usar el auto. Estos dos árboles que acabo de mencionar son los más fotografiados ya que el primero recibió el premio AEMO al mejor olivo monumental de España en el 2016 y, además, según cuenta la historia, durante la Guerra Civil sirvió como refugio a un maqui fugitivo. El segundo, fue elegido como “protagonista” de la película El Olivo filmada en el 2016.

FREDES
Y un día llegamos a Fredes, un pueblo que apareció en nuestra ruta por tener el mismo nombre de quien escribe. Recuerdo que una vez puse el apellido de mi familia en el buscador y aparecieron imágenes de este pequeño poblado rodeado de sierras al norte de la provincia de Castellón. En aquel entonces me prometí que si alguna vez estaba cerca iría a conocerlo, aunque, para ser sincera, no tenía muchas esperanzas de que ocurriera, porque realmente está muy perdido en medio de la nada y no imaginaba que la vida me pudiera llevar para esos rumbos. No sé si la noche que planeaba las vacaciones estaba pensando en mi familia o no, pero de repente apareció el Fredes en el mapa y desde entonces, no hice más que imaginar la sorpresa que les daría saber que había visitado ese pueblo. Ya que no podía viajar a Argentina a verlos, tuve que conformarme con visitar un pueblo entero que llevaba nuestro nombre. Desde ese momento, Fredes se convirtió en una de las paradas obligatorias de nuestro viaje post-cuarentena que más esperaba.

Una carretera secundaria trazada al costado de un río nos permitió llegar al embalse d´Ulldecon, un amplio lago de aguas claras en el que se reflejaban las sierras. Como no encontrábamos dónde poner la carpa, fuimos a preguntar al único restaurante que había. Nos recomendaron buscar una zona de picnic que estaba a 6 km o 12 del lugar (no pudieron ponerse de acuerdo con los km, decían que como la carretera era tan mala se perdía la referencia del tiempo para medir la distancia). Cuando el sol empezó a perder intensidad, fuimos en busca de ese famoso lugar para acampar y después de varios km (no llegaban a 12, pero tampoco eran 6) decidimos parar porque los pozos del camino eran cada vez más grandes. No era una zona de mesas, pero encontramos un buen lugar al costado del camino donde no vimos pasar más que alguna bicicleta. Estando en la profundidad del cañón contemplamos los perfiles anaranjados de las sierras acantiladas que se fueron convirtiendo en siluetas negras al entrar la noche. La irregularidad de las rocas era asombrosa y había muchas que parecían estar en equilibrio.

Ya con un nuevo día de sol fuimos a conocer el Fredes que tanto anhelaba y hacer una buena caminata. Según el GPS estábamos a 18 km y tardaríamos 2.09 hs en llegar. La tecnología estaba tan equivocada como los lugareños, porque solo nos tomó 45 minutos arribar y eso que íbamos lento. La ruta era bastante escénica, íbamos trepando por la sierra, se veían los acantilados y en un momento apareció el convento de las monjas en un valle arbolado. Al llegar al cartel de Fredes que marcaba el inicio del poblado, salté del auto y me paré al lado para tomarme la primera de muchas fotos con esa palabra. A decir verdad, las pocas manzanas que formaban el paraje tenían mucho encanto, las casas eran de piedra y aunque muchas de ellas estaban restauradas, conservaban ese toque especial de arquitectura tradicional.

Mientras Luri llenaba las botellas en la fuente del pueblo, yo preparaba el almuerzo a la vez que buscaba parecidos entre mi familia y la gente del lugar. Obviamente no encontré a nadie con rasgos Fredes, así que en cuento estuvo todo listo nos fuimos a caminar por el Parc Natural de la Tinença de Benifassà. Hicimos una ruta circular de 11 km que nos llevó aproximadamente 5.30 hs y que está catalogada como una caminata de mediana dificultad. Podés encontrar más senderos en la Web oficial.

Este sendero nos permitió recorrer parte del antiguo camino que unía Fredes con Senia y entrar en un paisaje de sierras abruptas y bosques tupidos. Nuestra primera parada fue el Mas de Pitxón, una antigua masía ubicada en un sitio extraordinario para contemplar las paredes acantiladas que parecían perderse en la infinidad del terreno. Continuamos hasta el Portell de L’Infern, un paso natural de paredes rocosas por donde se filtraba el agua y que conectaba las tierras altas de Fredes con los valles bajos de La Pobla. Una vez en la parte más baja, nos tocó volver a subir para llegar al mirador de la Punta de Solà d'En Brul, donde otra vez las vistas panorámicas nos atraparon y de tanto mirar las sierras descubrimos varias cuevas y una mano haciendo el símbolo de “paz y amor” o del número 2. Finalmente llegamos al Salt de Robert, una caída de agua de 25 metros donde nos refrescamos antes de regresar al punto de partida.

Cuando volvimos al auto estábamos transpirados de tantas subidas y bajadas. Como aún faltaba un rato para que se escondiera el sol y la temperatura seguía siendo bastante agradable, improvisamos una ducha al aire libre. Cargamos todas las botellas que teníamos con el agua de la fuente y en un terreno alejado nos empezamos a enjabonar. Creo que fue el agua más fría con el que me bañé en mi vida (después de la del río de Revelstok, Canadá). Se me congelaba el cerebro al lavarme el pelo. Después del baño de energía, fuimos a enseñar nuestro buen olor al restaurante que estaba a la entrada del pueblo. Entre platos típicos y una bonita vista dimos cierre a nuestro paso por las tierras Frías.

MORELLA
Todavía nos faltaban algunos km para llegar a la ciudad de Morella y ya nos gustaba. Desde la ruta se la vía imponente, construida en lo alto de un peñón con forma de cono truncado, protegida por una muralla de 1 kilómetro y medio, con 16 torres y 6 portales y con el infaltable castillo medieval. Estas características, junto con la sorprendente arquitectura y la irregularidad de las calles hicieron que hoy en día Morella forme parte de la lista de los pueblos más bonitos de España.
Siendo una ciudad de paso, ubicada en el cruce de caminos entre el Valle del Ebro y el Mediterráneo, Morella vivió siglos de importantes hechos históricos que fueron moldeando su apariencia y creando su identidad. Estas tierras no fueron solo el capricho de musulmanes y cristianos, también los dinosaurios las eligieron para vivir, y para recordar su presencia hay una réplica de estos animales a tamaño real en el parque principal.

¿QUÉ VER EN MORELLA?
1. Las Torres de San Miguel, son dos torres gemelas del siglo XV que conforman la entrada más monumental. Una de ella es popularmente conocida Torre de los Juegos, un espacio recreado para chicos que les permite aprender sobre la época medieval a través del juego y los disfraces.
2. Museo Temps de dinosaures, reúne los huesos de los dinosaurios hallados durante las excavaciones, siendo el Iguanodon la especie más encontrada. El museo cuenta con reproducciones de tamaño real de los animales gigantes. Entrada 2 €, abre todos los días de 11 hs -14 hs y de 16 hs-18 hs.
3. El mercado, todos los domingo y jueves en la Pla de l'Estudi (plaza de los estudios) los productores locales se reúnen para ofrecer sus productos típicos y darle vida al mercado.

4. Carrer d'En Blasco d'Alagó, según cuentan, antiguamente en los días de lluvia, la gente podía caminar de una punta de la ciudad a la otra sin mojarse ya que la mayoría de las edificaciones tenían balcones que formaban una especie de galería. En 1356, hubo un incendio que destruyó parte de la ciudad y con él desaparecieron estas galería o pórticos. Cuando se hicieron las obras de reconstrucción decidieron que solo la calle d'En Blasco d'Alagó vuelva a tener ese techado. Actualmente carrer d'En Blasco d'Alagó es la arteria más bonita de Morella gracias a esta particularidad y además cuenta con la mayoría de las tiendas de productos locales y restaurantes. Un rico queso, un poco de cecina o algún flaó de requesón y miel o almendra no pueden faltar en tu paseo por Morella.
5. Basílica de Santa María la Mayor, tuvimos la suerte de llegar a este lugar 5 minutos antes de que empezase la misa y pudimos conocerla por dentro (estaban prohibidas las visitas por el covid). Es de estilo gótico y sorprende por su altar y el coro recubierto de oro situado en el medio de la nave.

6. El castillo, es una antigua fortaleza que fue evolucionando con el paso de sus ocupantes y los avances tecnológicos en el arte de la guerra. Los cambios más significativos se dieron entre los siglos XIII y XIV. La fortificación se divide en tres niveles, el primero ubicado en la parte inferior del peñón donde está la entrada, la capilla (estuvo abandonada mucho tiempo y en una época sirvió de escenario para recitales) y el Palacio del Gobernador (construido en 1713 tras concluir la Guerra de la Sucesión sobre una cueva habitada desde la pre-historia). El segundo nivel es donde se encontraban las baterías de artillería. Por último, el tercer nivel es el castillo mismo. Cada altura te permite tener una amplia vista panorámica de la ciudad y los alrededores. En este link podés descargarte la audio-guía gratuita para recorrer el castillo mientras conoces la historia de los monumentos y personajes que allí vivieron. Está disponible en varios idiomas.
Entrada 3,50€, horarios de visita todos los días de 11 a 17 hs.
7. Acueducto romano, fuera de la zona amurallada se encuentra el acueducto romano construido entre los siglos XIII y XIV. Es una obra sorprendente de dos alturas que proveía a la ciudad de uno de los recursos indispensables para la continuidad de la civilización.

8. Sexenni, es la fiesta del pueblo que se celebra cada 6 años en honor a la virgen de Vallivana, quien se dice que salvó al pueblo de una peste en el año 1672. La celebración empieza en la segunda quincena de agosto y un año antes comienzan a trabajar en los tapices que usan para adornar las calles. Bailes, trajes típicos y muñecos gigantes son los atractivos más llamativos del evento.
9. Según dicen, porque nosotros fuimos desde otro lado, la mejor vista de la ciudad se tiene desde la ruta N-232 desde la costa. Por la noche, las murallas y el castillo están iluminados creando una imagen digna de fotografiar.

MIRAMBEL y CANTAVIEJA
Nuestra última noche de camping libre fue en el predio de una iglesia administrada por los vecinos, alejada del pueblo y sobre una colina que los lugareños usaban para ir a correr. Al día siguiente la circulación entre comunidades volvía a la normalidad, así que en cuento despertamos, entramos en Aragón para ir dándole cierre a este viaje post-cuarentena y visitar los últimos lugares antes de reunirnos con familiares.
En una mañana recorrimos dos de los pueblos más bonitos de Teruel, Mirambel y Cantavieja. Separados por escasos 13 km, estos poblados encierran historia y desprenden mucho encanto.

Mirambel está localizada al pie de la montaña de San Cristóbal, es una villa medieval de origen militar rodeada de murallas y con construcciones de los siglos XVI y XVII completamente renovadas. Está bueno porque hoy en día podemos seguir apreciando la época de esplendor de las bellas fachadas, pero le resta un poco de magia el faltarle un deterioro. Entre los edificios más característicos se encuentran la Casa Consistorial, de estilo renacentista aragonés con modelo de lonja, el Convento Santa Catalina Mártir, el Torreón de las Monjas y la entrada principal al recinto amurallado. Una de las cosas que me pareció muy curiosa fueron los buzones, decorados con caras o símbolos pesetas. Lo que menos me gustó fue el encuentro con los pueblerinos, ya por el miedo al coronavirus nos miraban como si fuésemos la parca que les venía a decir que había llegado la hora de su muerte.

Cantavieja es un poblado bastante más grande que Mirambel, es más bien una ciudad pequeña que se sitúa en lo alto de un cerro. Su casco antiguo es de la época medieval y fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en el año 1981. Entre los edificios principales se encuentran la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, del siglo XVIII edificada sobre un antiguo templo del cual se conserva su torre, la Casa Consistorial de estilo renacentista y reformada en el siglo XVIII, el Museo Carlista que muestra la evolución y consecuencias de las guerras carlistas. Al norte de esta localidad se encuentran los restos del castillo medieval de Cantavieja, que fue destruido durante las Guerras Carlistas. Lo que más me gustó fue que la plaza del Ayuntamiento no estaba rodeada de bares y sombrillas con lo cual se podía apreciar en el encanto de sus fachadas y la tranquilidad del lugar.

TERUEL
Después de preparar el almuerzo en las escalinatas de un barrio de Teruel y antes de pasar la ITV del auto, dimos un paseo por la ciudad capital menos poblada del país.
Los fenicios la llamaban Thorbet (señor dios toro), los celtíberos le decían Turboleta (lugar de fuente), en la actualidad se la conoce como la ciudad del amor, de los dinosaurios o de la arquitectura mudéjar, y aunque para mí siempre fue la ciudad más fría de España, después de leer sobre su historia he decidido denominarla “la ciudad de los mitos bizarros”.
Uno de ellos es sobre el ícono de la ciudad, según cuentan fue fundada en 1171 por Alfonso II de Aragón y el hito que conmemora este hecho fue colocado en el sitio donde se detuvo un toro que estaba siendo guiado por una estrella y perseguido por las tropas de Alfonso II. Desde entonces la imagen del toro se convirtió en el símbolo de la ciudad y se puede encontrar tanto en el escudo como en lo alto de la fuente del Torico en una de las plazas principales. La fuente del Torico es uno de los imperdibles a visitar, está formada por 4 cabezas de toro que echan agua por la boca y una columna coronada por toro pequeñito de apenas 45 cm de longitud, pero que al ser de bronce fundido pesa 54,5 kilos.

La segunda leyenda transcurrió en el siglo XIII y es la que le da el nombre de ciudad del amor. Empieza siendo la clásica historia del chico pobre (Juan Diego Martínez de Marcilla) que se enamora de la chica rica (Isabel de Segura) y que el padre de esta (don Pedro) se opone a la relación. De tanto rogarle a don Pedro, Juan Diego consigue que éste le otorgue un plazo de 5 años para generar una fortuna y así darle el visto bueno para que se case con su hija. El joven enamorado va a la guerra con el objetivo de recaudar el dinero necesario que lo habilite a convertirse en una persona digna de esposar a una bella millonaria. Pasan los años y aunque a Juan Diego le esté yendo súper bien matando gente por ahí, en Teruel nadie tiene noticias suyas, con lo cual don Pedro elije al poderoso y ricachón Pedro de Azagra para que se case con su hija. El día de la boda Juan Diego entra triunfante a Teruel con sacos llenos de dinero, pero tiene la mala suerte de que su amada acaba de casarse con otro hombre. Desesperado Juan Diego trepa por la mansión de los recién casados y entra por la ventana a la habitación para rogarle a Isabel un beso. Esta se lo niega y en el acto Juan Diego cae muerto. El día del funeral, Isabelita decide darle el beso que le había negado y al hacerlo también cae muerta. Para que los cuerpos de los enamorados permanezcan siempre unidos, sus padres decidieron enterrarlos juntos. Hoy en día se puede visitar el mausoleo de los amantes de Teruel que se encuentra al lado de la Iglesia de San Pedro y tiene unas magníficas esculturas de Juan de Ávalos (abierto todos los días de 10 a 14 hs y de 16 a 20 hs, entrada 9€).

Teruel tiene un rico patrimonio artístico mudéjar, parte del cual ha sido reconocido por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. El arte mudéjar se desarrolló en los territorios musulmanes que fueron conquistados por los cristianos de la península ibérica entre los siglos XII y XVI y en resumidas palabras se caracteriza por mezclar los estilos artísticos cristianos (románicas, góticas, renacentistas) con los musulmanes de la época, siendo el yeso, el ladrillo, la cerámica y la madera los materiales predominantes. Esta combinación de estilos sucedió básicamente porque la mayoría de la mano de obra que empleaban para la construcción era musulmana. Los monumentos mudéjares más destacados para visitar son la escalinata neo-mudejar (también conocida como la escalinata del Óvalo), una magnífica obra de José Torán de la Rad, realizada entre 1920 y 1921 para conectar la estación central de trenes con el Paseo del Óvalo.

Catedral Santa María de Mediavilla, en la que destacan la torre, el cimborrio y la techumbre declaradas Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1987. No pudimos entrar porque estaba cerrada por obras. Las torres El Salvador, San Martín y San Pedro construidas cada una junta a una iglesia que lleva su mismo nombre. Las dos primeras son muy similares, poseen un arco por el cual continúa la calle y El Salvador se caracteriza por estar encastrada entre construcciones y brindar la posibilidad de subir al último piso para tener una vista panorámica de la ciudad (2.5€).

Otros sitios para conocer son el Museo Paleontológico Dinópolis que exhibe más de 1000 piezas entre las que se encuentran los huesos del Turiasaurus riodevensis, el dinosaurio más grande de Europa. Precio 29 € (adultos) 23 € (hasta 11 años). Más info en la Web Oficial.
El acueducto de los Arcos, construido para abastecer de agua a la ciudad que hasta el siglo XIV dependía de los aljibes.
Teruel es una capital provincial con un ritmo propio, donde las cosas transcurren con calma. Al ser un sitio pequeño, ir de una punta a la otra en plena hora pico sigue siendo algo posible y medio día es tiempo más que suficiente para caminar por su centro histórico y alrededores. Por eso, si un día te queda de paso, aprovecha la ocasión para conocerla y estirar las piernas antes de seguir viaje.
Digamos que este fue el último lugar que visitamos durante estas vacaciones post-cuarentena, aunque nuestra ruta siguió con unos días en la casa del pueblo, un paseo por Albarracín y una ruta de montaña.

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