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Villahermosa del río, Benicassim y Peñíscola " viaje post-cuarentena 1° parte"

  • Foto del escritor: Nomadea
    Nomadea
  • 20 ago 2020
  • 11 Min. de lectura

Actualizado: 6 sept 2020


Existe una “nueva normalidad” donde abrazar a un amigo o darle un beso a tu tío puede provocar miedo en la gente. Se acabó la época de juntar a los chicos para que se contagien la varicela o insistirles para que saluden con un beso a los abuelos. Hoy el “amor sano” no se expresa a través de abrazos ni caricias, sino por medio de palabras grabadas en audios, escritas en teléfonos celulares o, con suerte, dichas a un metro de distancia. Distancia que se impuso en la sociedad a través del miedo al contagio masivo, porque los hospitales no están preparados para una pandemia, pero al parecer si lo están para contener a las personas que sufren de soledad o depresión. Estés listo o no a partir de ahora mostrar tu cara será exhibicionismo, aunque si lo haces con algo de comida, bebida o un cigarrillo en la mano no pasa nada.



El mundo ha cambiado mucho en estos últimos meses y, para descubrir las nuevas costumbres de una sociedad ya conocida, retomamos nuestra vida nómada. Dormir en la carpa, cocinar en el hornillo, caminar en la montaña o bañarse en el mar, por suerte aún no están considerados actos terroristas.


Nuestra ruta de viaje post-confinamiento fue:

. Villahermosa del Río – ascenso al Peñagolosa y cascada del río Carbo

. Benicassim – playa y visita al desierto de las palmas. Ascenso a las agujas Santa Águeda y monte Bartolo.

. Peñíscola –recorrido por el casco antiguo, sierra de Irta y playa.

. Canet lo Roig – bosque de olivos milenarios.

. Fredes – caminata por el embalse de Ulldecona, portet de l´Infern y salt de Robert.

. Morella – recorrido por el casco antiguo.

. Mirambel – paseo por el casco antiguo.

. Cantavieja – caminata por el casco antiguo.

. Teruel – paseo por la ciudad.

. Albarracin – recorrido del casco antiguo.



VILLAHERMOSA DEL RÍO

Usar un mapa que no marca el relieve del terreno y saber poco del sitio al que vas tiene su lado bueno, porque te podés llevar la agradable sorpresa de descubrir in situ que tu destino está a situado en una colina a 757 mts de altura, enmarcada por dos ríos y rodeada de montañas desoladas, pobladas de vegetación. Villahermosa del río lo único que tiene equivocado en su nombre es la singularidad al mencionar sus aguas, lo de hermosa es cierto.


“Villahermosa del río: ruta del nacimiento del río Carbo, un sendero fácil al costado del río y que termina en una cascada”


Aunque esto era lo único que anunciaban los apuntes de mi libreta, pasamos más de 24 hs en este pueblo encantador y no solo hicimos el sendero hasta la cascada del río Carbo, también paseamos por sus calles irregulares, vivimos la cotidianidad de las mañanas soleadas en la plaza del ayuntamiento y la iglesia y, lo más increíble de todo, subimos al pico más alto de la provincia de Castellón que también es el segundo más alto de la comunidad Valenciana.



A medio día llegamos a Villahermosa del río, un pequeño poblado de casas blancas con dos plantas, donde la gente camina despacio debido a sus calles empinadas. Según el último censo, la suma de sus habitantes no supera 5 veces 100. La tranquilidad del ambiente se refleja en sus paisajes solitarios y sus campos cultivados.

Mientras que preparábamos el almuerzo o llenábamos las botellas con agua, era imposible no distraerse contemplando los alrededores. Así fue como esta actividad tan rutinaria nos llevó más tiempo del que esperábamos. Casi una hora después estábamos listo para comenzar a caminar. Con el sol torrando nuestra espalda cruzamos el río Carbo para adentrarnos en un bosque espinoso que nos inmergió en una experiencia aromática. Romero, tomillo y orégano, las fragancias que caracterizan la flora mediterránea.



- Ascenso al Peñagolosa: la ruta larga es desde Villahermosa del río (9 km con 1100 mts de desnivel por tramo) y la corta es desde el Centro de Interpretación Casa Forestal (4 km con 530 mts de desnivel por tramo). Nosotros, hicimos el trayecto largo y aunque por el camino derrochamos bastante sudor y lágrima (bueno, lagrima no, pero sudor sí) valió la pena pasar de los 757 metros a los 1815 para llegar a la cima.

Entre el des-confinamiento con restricciones y que aún no era la época fuerte de las vacaciones, durante todo el recorrido nos encontramos con 0 personas y muchos animales salvajes.


Nuestro primer acercamiento a una cabra pirenaica en estado de libertad total fue un poco particular. Hacía rato que habíamos dejado atrás la fuente de las Mozas (una naciente de agua cristalina extremadamente fría que corría por un tronco ahuecado del que bebían las abejas), estábamos en el último tramo de bosque antes la pendiente más pronunciada para llegar a la cima, cuando de repente escuchamos el grito de un animal enojado que parecía estar bastante cerca. Esa mezcla entre gruñido y ronquido nos dejó atónitos, agudizamos el oído y la vista para detectar de dónde venía ese sonido; pero como nada se movía Luri lanzó un palo al aire. Al chocar contra el suelo, el sorprendido fue el animal que salió de su escondite y desapareció entre los árboles gritando. No fue hasta la segunda vez que nos lo cruzamos que pudimos afirmar que era un macho cabra pirenaica con una cornamenta inmensa. El animal nunca nos quiso atacar, solo cumplía con su función: avisarles a todos sus amigos que había dos extraños deambulando por ahí. Pero yo creo que los de su especie mucha bola no le dieron, porque cuando llegamos a la cima estaba lleno de cabras salvajes (principalmente hembras o crías) y no se percataban de que estábamos ahí hasta colocarnos a pasos de distancia. Nos miraban y asustadas se alejaban a unas rocas un poco más alejadas para continuar observándonos. Gracias a que eran tan confiadas, pudimos sacarles varias fotos copadas.


El Peñagolosa tiene dos subcimas y estas cabras pasaban de una a otra como si nada. Las vistas de 360° que hay desde las cumbres son fantásticas, sin mucho esfuerzo se pueden vislumbrar las tierras de Castellón y Aragón y con un día de buena visibilidad te puede llegar a sorprender divisar la costa mediterránea.


El sendero por partes está bien marcado y en otras se pierde, de hecho, en el último tramo para llegar a la cima tuvimos que improvisar porque le perdimos el rastro a las pisadas. El regreso lo hicimos por otro lado para poder conectar con la cascada del río Carbo, el cual era más sencillo y mejor señalizado.



- Cascada del río Carbo: aunque los carteles de Villahermosa del río indiquen que hay 4 km hasta la cascada, no es verdad, 2 km más hay entre estos dos puntos y solo 120 metros de desnivel.

La pureza del río Carbo se aprecia en la transparencia de su cauce, el agua cristalina forma varias hoyas con diferentes profundidades, pero sin duda la más sorprendente es la de la cascada. En la profundidad del cañón rocoso y rodeado de vegetación se encuentra este salto de agua que nos devolvió la energía al cuerpo. Muertos de calor y cansancio, llegamos a este lugar una hora antes de que empiece la oscuridad. Si no hubiese sido por la inercia de tanto andar, nunca hubiese tomado la decisión de saltar sin pensarlo, aunque la segunda vez que mi cuerpo tocó esa agua congelada sabía lo que iba a pasar e igualmente me lancé. Una vez superado el choque de temperatura, el cuerpo se medio acostumbra y el paisaje hace el resto en tu mente, haciéndote sentir placer al bañarte en un lugar tan especial.

El regreso a Villahermosa del río fue como anunciaba mis apuntes, por un sendero tranquilo al costado del río y que no demanda mucho esfuerzo.



Al caer la noche seguíamos en el pueblo y como había campos sin vallar, elegimos el que parecía tener el terreno más plano y armamos la carpa debajo de un olivo. En la tranquilidad de la noche solo se escuchaba el murmullo del río circular y el oscuro cielo estrellado custodiaba nuestro sueño hasta que el día volvió a empezar. Temprano en la mañana, mientras desarmábamos nuestra carpa, descubrimos a dos abuelos curioseando el auto, calculo que estaban intrigados por saber de quién era y por qué estaba al costado del camino, hubo uno que acercó sus manos al cristal para ver mejor lo que había dentro; pero lamentablemente no quisieron escuchar nuestra historia, porque en cuanto nos acercarnos con las cosas se fueron caminando como si nada hubiera pasado.



Antes de despedirnos de Villahermosa del río dimos un último paseo por la rivera y encontramos un antiguo puente de piedras coloradas y varios arcos. A partir de allí las aguas del río Carbo se filtraban entre las rocas.

Nuestra siguiente parada fue Benicassim, la villa de verano de los ricachones de finales del siglo XIX.


¿QUÉ HACER EN VILLAHERMOSA DEL RÍO?

Paseo por las pintorescas calles del pueblo.

Sendero a la cascada del río Carbo.

Visita al puente de piedra colorada.

Ascenso al Peñagolosa.



BENICASSIM

Con la nube en la espalda llegamos a esta ciudad costera y aunque nos dio tiempo para almorzar en la playa, tuvimos que ver varios capítulos de Mind Hunter hasta que pasó la tormenta.

En cuanto apareció un claro en el cielo, nos pusimos a caminar por la costa. La playa de arena clara y el mar tranquilo creaban una monotonía perfecta para disfrutar un verano panza al sol. Por otro lado, en el paseo costero la vida era más activa y ruidosa. Entre restaurante y bares destacaban las mansiones construidas finales del XIX y principios del XX que conforman “la ruta de las villas de Benicassim”. Son reliquias al aire libre que difieren en el estilo arquitectónico tanto como en la profesión y gustos de sus propietarios, algunas están bien conservadas, otras fueron reformadas y también las hay en ruinas. Pertenecían a políticos, artistas, empresarios o personas influyentes que organizaban grandes fiestas exclusivas para codearse con la élite.



Una vez terminado el paseo marítimo, seguimos caminando por la vía verde que une la playa de Voramar (Benicàssim) con la playa de la Concha (Oropesa del Mar). Es un sendero de 6 km que se extiende a lo largo del antiguo camino del tren y va bordeando la costa, lo que te permite tener vistas hermosas desde los acantilados y los faros.


El regreso al auto fue un poco precipitado, porque cuando estábamos por llegar al paseo marítimo cayó el típico chaparrón de verano que dura media hora, pero que si no te encuentra cerca de un techado te empapa. Corrimos al refugio de la parada de bus y como dos pollitos mojados nos quedamos esperando que menguase la tormenta para seguir caminando.

Cuando llegamos al auto ya no había rastros del aguacero y antes de que se escondiese el sol fuimos a uno de los miradores del Parque Natural del Desierto de las Palmas. Impresionante el contraste de paisajes y colores, a nuestro alrededor la sierra colorada con alturas de hasta 729 metros que van descendiendo entre un tupido manto de arbustos verdes hasta convertirse en una costa plana de arena clara que desaparece en contacto con el mar.



En lo alto de este paisaje y con las ruinas del Monasterio Carmelitas a nuestros pies, despertamos en nuestro camping salvaje con el sonido de los ciclistas que bajaban a toda velocidad por la ruta empinada. Increíble la disciplina de estos aficionados deportistas que cuando el sol aún no asomó ya están trepando las laderas coloradas. Para entrar en calor, lo primero que hicimos fue descender hasta las ruinas del monasterio construido en 1697 y destruido por un terremoto en 1783. Si bien el interior del edificio te lo tenés que imaginar, la fachada cobriza se conserva relativamente bien y está muy linda. Nuestro día siguió con el ascenso al monte Bartolo, el pico más alto del parque. Que este último detalle no te haga una imagen equivocada, porque el sendero es empinado pero sencillo y nosotros tardamos 1.30 hs en llegar a la cima desde el parking, el regreso fue bastante más rápido.

¿Qué había en la cima? Antenas, una capilla y algunas construcciones, pero lo mejor de todo fue la vista panorámica. Nos sentamos en la puerta de la capilla a esperar que la masa de nubes se dispersara y entonces apareció Benicassim, Castellón, el mar, las sierras, las planicies…



Después de esta caminata vino la más dura, subir a las Agujas de Santa Águeda. Hay dos posibilidades de senderos, uno que pasa por varias crestas y otro que va directo al punto más alto. Nosotros elegimos esta última ya que es la más corta. El sendero no es fácil, es empinado y en algunas partes no está bien señalado. A esto hay que sumarle que hay que trepar un poco, con lo cual si te dan miedo las alturas te recomiendo que no lo hagas. Haciendo memoria es una de las primeras caminatas que hago y pienso, si me caigo acá no freno hasta llegar abajo.

¡Así que mucho cuidadito, pegarse bien a la pared y nada de ir con niños! Si te estás preguntado si tanto esfuerzo vale la pena, mi respuesta es . La experiencia de subir este sitio es única, se despiertan tus sentidos en ese caos de rocas y la recompensa de llegar a la cima es una fantástica vista panorámica.



¿QUÉ VISITAR EN BENICASSIM?

- El paseo marítimo peatonal, la ruta de las villas y las playas.

- Vía verde de playa de Voramar a playa de la Concha.

- Parque Natural del Desierto de las Palmas: ruinas del Monasterio Carmelitas, sendero al monte Bartolo, ascenso a las Agujas de Santa Águeda. Podés encontrar los senderos del Parque Natural del Desierto de las Palmas en este link.



PEÑÍSCOLA

Después de tanta aventura fuimos a Peñíscola, donde encontramos amplias playas desoladas (gracias al desconfinamiento controlado) y un casco antiguo amurallado formado por callejones empedrados. La ciudad fue escenario de películas y programas de TV desde 1954, siendo Juego de Tronos la serie más popular que se filmó en nuestros días.


Para recorrer la zona amurallada solo hay que dejarse llevar por los impulsos de doblar o continuar recto, porque siempre vas a encontrar cosas lindas para fotografiar y siguiendo el muro el mar siempre estará presente. Las fachadas de las casas son bonitas, formadas por paredes blancas interrumpidas por angostos balcones decorados con coloridas baldosas y la mayoría albergan plantas que dan mucha vida. Entre los sitios más emblemáticos se encuentran el Bufador, un hueco entre las rocas por donde se filtra el mar provocando un ruido similar al soplido de un toro. La Casa de las Conchas característica por su fachada recubierta con conchas marinas por el deseo de sus primeros propietarios.



El faro, fue construido en 1892 y no se puede ingresar, pero en las proximidades hay varios miradores. La estatua del Papa Luna que con sus 2 mts de altura y 700 kilos rinde homenaje a quien convirtió Peñíscola en sede pontificia. La Iglesia de la Ermitana, mandada a edificar por gobernador de Peñíscola Sancho de Echevarría y se caracteriza por tener en la fachada grabados con motivos militares como cañones y tambores de guerra. El Castillo de Peñíscola construido por los templarios sobre los restos de una antigua construcción árabe a principios del siglo XIV, se puede visitar (5€) junto con el Parque de Artillería, que rodea la fortaleza por su parte marítima. Fuera de la temática histórica, otro sitio que merece la pena ver es la Casa de los Tomates, es un pequeño local que vende tomates de diversos colores y tamaños, es una buena oportunidad para degustar variedades no convencionales.



Tras acampar en un estacionamiento abandonado a metros de la playa y en las afueras de la ciudad, aprovechamos el día nublado para hacer una caminata por el Parque Natural Sierra de Irta. Seguimos el sendero circular Clot de Maig, Dunas del Pebret y Torre Badum que a lo largo de sus 14,5 km (en total) nos permitió disfrutar de acantilados con amplias vistas panorámicas de la costa virgen, laderas con terrazas antiguamente cultivadas, hacer terapia de barro, deleitarnos con los perfumes del romero, tomillo y orégano, bañarnos en una pequeña cala y conocer la Torre Badud de origen musulmán.



¿QUÉ HACER EN PEÑÍSCOLA?

- Playa: un buen día de arena, sol y mar es la mejor opción para hacer un primer contacto con este lugar.

- Casco antiguo y castillo de Peñíscola: cuando empieces a cansarte del sol podés optar por caminar por la zona amurallada y visitar el castillo.

- Parque Natural Sierra de Irta: caminata por la sierra con posibilidad de tener buenas vistas panorámicas de la costa y las sierras. Podés ver todos los senderos en este link.


Entérate de cómo terminó el viaje, en el próximo post.


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