Una vuelta por el País Vasco "Hondarribia, San Sebastián, Zarautz, Getaria y Bilbao"
- Nomadea
- 9 nov 2020
- 15 Min. de lectura
Actualizado: 22 ene 2021

COMIENZO DEL VIAJE
Una hoja garabateada con indicaciones para 4 días fue el inicio de este viaje por el País Vasco; pero al igual que lo corredores no se llevan el punto de salida hasta el de llegada, nosotros tampoco nos llevamos el itinerario al viaje. Por suerte recordaba bastante de lo que había escrito y en cuanto me di cuenta empecé a poner chinchetas en el mapa.
Cuando empezaba a caer el sol llegamos a la costa cantábrica de Francia. MMmmm aaah, el mar… el olor a sal, el aire húmedo, el horizonte plano y la gente caminando por la calle con la cara bronceada. Se sentía como un verdadero comienzo de vacaciones en la cual la rutina se desarrolla en dos escenarios, durante el día en la playa y por la tarde/noche en las peatonales. Sin embargo, nosotros estábamos de paso así que voy cortando con la escena novelesca. Cruzamos a España con la normalidad de antes de la cuarentena, pero aun así se sentía extraño pasar a otro país, tenía la sensación de estar haciendo algo “atrevido para la época”. El cambio de país se notó de inmediato al cruzar el puente que hace de frontera y no por la arquitectura o el idioma de los carteles, sino porque de repente ya no veíamos caras bronceadas sino barbijos en todos los peatones. A diferencia de Francia, en España el uso era obligatorio y la gente lo respetaba. A pesar de que nos costó habituarnos a llevarlo puesto todo el día, fue una nueva costumbre local que adoptamos en este viaje.

HONDARRIBIA
Hicimos nuestra primera parada en Hondarribia, un bonito pueblo fronterizo ubicado en la desembocadura del río Bidasoa y a un lado de la bahía de Hondarribiko. Para despertar las piernas después de estar 3 hs sentados fuimos a dar un paseo por la costanera. Aunque la playa ancha, con arena clara y el mar oscuro (por la falta de luna) tenían buena pinta, no tardamos más de 10 minutos en volver al auto a llenar la panza. El segundo intento por conocer este lugar fue mucho más productivo. Caminamos desde la bahía de Hondarribiko hasta la Marina (el barrio de pescadores), la costa estaba súper concurrida y había una gran mezcla de personas. En los bares y restaurantes tops andaban todos emperifollados mientras que en los parques los niños jugaban sin preocuparse en la pulcritud de sus ropas y sus padres disfrutaban de la cálida noche al aire libre. También había grupos de chicos, algunos en bici, otros a pata que andaban solos por el barrio divirtiéndose sanamente como si fuese una escena de “Verano del ’98” (una serie de tv de Argentina).

La zona de la Marina es muy linda, en la parte de la costa hay un largo paseo peatonal donde podés encontrar restaurantes familiares y heladerías, pero el corazón del barrio está formado por callejuelas angostas y adoquinadas en las cuales predominan las casas típicas de los pescadores vascos que tienen muchísimo encanto. Se caracterizan por ser pequeñas y estar pintadas de diferentes colores, entre los que predominan el verde, azul y rojo. La parte baja de estas casas suelen albergar restaurantes clásicos donde podés conseguir un "zurito" (vaso corto de cerveza) o algún pescadito fresco.
Por la hora y lo cansados que estábamos nos faltó conocer el verdadero casco antiguo que se encuentra en la parte alta y está amurallado. Hay 2 puertas principales (San Nicolás y Santa María) que te permiten ingresar a la ciudad intramuros y acceder al castillo de Carlos V, la Iglesia Parroquia y la plaza de armas.

Para pasar la noche seguimos un camino que nos llevó al monte Jaizkibel. A 545 metros sobre el nivel del mar encontramos un amplio estacionamiento con varias furgonetas/motorhomes que habían elegido el mismo sitio que nosotros para dormir. En un claro del bosque pusimos nuestra carpa y en ese silencioso punto del planeta descansamos hasta el día siguiente.
Resulta que en ese bonito monte con vistas panorámicas al mar se encuentra el antiguo Fuerte de Guadalupe. La construcción del mismo comenzó en 1890 y terminó 10 años más tarde. Se usó principalmente para impedir la invasión de los franceses y durante la Guerra Civil funcionó como prisión.

El fuerte de Guadalupe es una sorprendente obra defensiva que parece semi-enterrada y tiene un foso de 750 m de longitud el cual forma un polígono de ocho lados y está defendido por cinco caponeras.
Durante el descenso a la costa hicimos varias paradas ya que en esta zona acantilada había buenísimas vistas panorámicas y diversas caminatas.

SAN SEBASTIÁN
Aunque mi idea era parar en Pasaia antes de entrar a San Sebastián, Luri no tenía el mismo plan y siguió hasta la ciudad sin escala motivado por degustar la gastronomía local.
Dejamos el auto en uno de los estacionamientos disuasorios y nos tomamos el bus gratuito que nos dejó en todo el centro de la ciudad. Si bien San Sebastián es famosa por sus tapas, desde que pusimos un pie en la zona turística no paramos de ver gente comiendo helado. Enormes cucuruchos con bochas de colores que la gente chupeteaba con mucha satisfacción. Imposible que una imagen así no nos tentase, así que nuestro plan para esos días fue comer helado (además de pasear).
Antes de empezar con el postre fuimos a caminar por la zona antigua que se caracteriza por tener angostas calles empedradas e irregulares repletas de bares y restaurantes. Fue imposible contener a Luri ante tanta variedad de tapas y en menos de 5 minutos por estas callejuelas terminamos sentados dentro de un bar.

La experiencia es súper recomendable ya que al ser porciones pequeñas podés degustar gran variedad de cosas ricas. El sitio al que entramos tenía una extensa barra donde estaban expuestos todos los pinchos (o tapas) con un número que los identificaba. Te daban una hoja plastificada donde aparecían todos los números y vos tenías que pasear por la barra marcando los pinchos que querías probar. Con un vaso de vino, cerveza o lo que quisieras te ibas a tu mesa a esperar que apareciera el mozo con lo que habías pedido y descubrir que con la mitad te alcanzaba para satisfacer tu hambre del medio día. Todo tenía tan buena pinta que después de varias vueltas por la barra fue imposible reducir la lista de cosas a degustar y no hubo espacio para el helado hasta bien entrada la tarde.

Con la panza más que llena fuimos a descubrir qué tenía San Sebastián de especial y, decir verdad, me pareció es una ciudad muy completita. Tiene rio, mar, playas, islas, cerros y una arquitectura sorprendente. El casco antiguo siempre está activo con gente caminando por la calle o sentada en los bares y restaurantes. En la Bahía de la Concha están los balnearios principales para disfrutar del mar y hay un extenso paseo que te permite recorrerla de una punta a la otra. La isla de Santa Clara se encuentra a solo 0,5 km de la costa e invita a mirar la ciudad desde otro punto a la vez que se disfruta de una playa mucho más tranquila, se puede acceder en barco, remando y hasta nadando. La desembocadura del río Urumea es el punto perfecto para comenzar una caminata por la tarde y aprovechar esa mezcla de naturaleza con arquitectura decorativa. El monte Ugeldo ubicado en un extremo de la ciudad es un sitio ideal para para contemplar las mejores vistas del mar y la ciudad y demás, cuenta con el agregado de que podés subir en un funicular de más de 100 años (el más antiguo del País Vasco) que aún conserva los vagones de madera. En el otro extremo de la ciudad y custodiando el casco antiguo está el monte Urgull que aún conserva parte de la arquitectura defensiva y que también regala vistas panorámicas de postales.

En los callejones sombreados del casco antiguo había muchos rincones especiales, para mí los más destacados fueron la vidriera de una tienda de antigüedades que tenía una colección de montañas rusas a escala, la fachada de la Basílica de Santa María del Coro cargada de decoración por su estilo barroco y el arco de piedra que conectaba el puerto de pescadores con la antigua ciudad. En ese conjunto arquitectónico sombrío el sol tenía un hueco por el cual filtrarse, la Plaza de la Constitución, el lugar donde se celebran las fiestas locales más importantes y que tiene mucha vida al estar rodeada de terrazas de bares. Antiguamente funcionaba como plaza de toro y la gente usaba los balcones de los edificios que la rodean para presenciar el espectáculo, de aquella época aún se conservan las fachadas enumeradas como si fueran palcos.

Dejando un poco de lado la arquitectura nos fuimos a caminar por la Bahía de la Concha, a disfrutar de la playa y a respirar un poco sin el barbijo. En este sector el mar es muy tranquilo, el oleaje suave invita a darse un chapuzón en las aguas frescas del mar cantábrico y a recostarse sobre la arena clara. La parte más top es donde se encuentra el balneario La Perla que es una especie de balcón que permite acceder a la playa. En 1912 la reina María Cristina instala su casa de verano en la ciudad y como era amante de los baños terapéuticos, el gobierno decidió reconstruir el antiguo balneario en algo más digno de la realeza. El resultado de ese capricho fue una elegante obra que lo convirtió en uno de los balnearios más lindos del mundo de aquella época.

Siguiendo los pasos de la reina fuimos a conocer el Palacio Miramar y contemplar la maravillosa vista de la bahía desde sus jardines. El Palacio Miramar es la casa que mandó a construir la reina María Cristina para pasar sus veranos, tiene un marcado estilo inglés con detalles neogóticos, fue diseñada por el inglés Selden Wornum y edificada por José Goikoa. Actualmente se utiliza para eventos siendo la fiesta de clausura del Festival Internacional de Cine el más importante.
En el extremo final de la Bahía de la Concha y al pie de los acantilados del Monte Ugeldo encontramos el conjunto escultórico de Eduardo Chillida llamado Peine del Viento. Son 3 piezas de acero ancladas sobre la costa, donde las olas golpea fuerte y por debajo de la explanada hay todo un sistema que cuando la marea está muy brava el aire se filtra por unos agujeros del suelo haciendo un ruido que simula al de los geiseres. Llegados a este punto ya estábamos cansados, así que nos tomamos un rato para disfrutar de la vista y cuando nos cansamos de las parejas posando para las fotos volvimos al centro en busca de la recompensa.
No importaba la hora del día que fuese, las heladerías siempre tenían cola en la puerta. Si, el helado de San Sebastián estaba muy rico y formamos parte de ese paisaje de personas sentadas en la alameda bulevar con un cucurucho en a mano.

Habiendo cumplido con nuestro objetivo de la tarde, continuamos nuestro paseo antes de que oscureciese. Esta vez nuestro rumbo fue hacia las márgenes del río Urumea para conocer la arquitectura de la Bell Epoque representada en las fachadas de Teatro Victoria Eugenia y el Hotel María Cristinaplasmada y acompañada por los decorativos puentes Zurriola, Santa Catalina y María Cristina. Antes de irnos a buscar un nuevo lugar para acampar, fuimos a conocer el edificio del Palacio de Congreso Kursaal formado por dos inmensos cubos de vidrio. La obra fue realizada por el arquitecto por Rafael Moneo y representan dos rocas varadas… La arquitectura era bastante curiosa, pero yo disfrute más la música que sonaba en su terraza.

Antes de cerrar con San Sebastián tengo que mencionar la Tabakalera, un centro cultural ubicado en una antigua fábrica de tabacos (al lado de la estación de buses y trenes). La energía de este sitio es genial, un ambiente relajado con muestras de arte gratuitas y que merece la pena conocer. El otro lugar que me quedó pendiente por contarte es la Catedral del Buen Pastor, mi relación con este sitio es un poco rara, porque había leído en varios sitios que se podía ver por dentro y que estaba muy buena, sin embargo las 3 veces que intenté ingresar estaba cerrada (o era muy temprano, o muy tarde o la hora de comer). Por fuera es muy llamativa con su estilo neogótico que obliga a uno levantar la cabeza hasta el infinito para ver la punta de la cúpula.
Ahora sí, pasemos al siguiente tema que la noche en el hostel prefiero olvidarla por lo mal que dormí (había alguien que roncaba mucho) y porque la habitación compartida no tenía ventilación (en temporada post-confinamiento).

EN LA PLAYA DE ZARAUTZ
Después de un largo día de caminata, nada mejor que otro de relax en la playa. Para eso fuimos a Zarautz, en busca de un bonito lugar para bañarnos, tomar sol y disfrutar de hacer nada. Antes de ponernos panza al sol, intentamos comprar comida que acompañase el día que íbamos a llevar, lamentablemente en ese momento descubrimos que era feriado en el País Vasco y que nos teníamos que conformar con lo que teníamos en el auto porque estaba todo cerrado.
Al llegar a la playa me sorprendió lo bonita que era, pero también otra cosa que nunca había visto. Resulta que, desde el lío de la pandemia, empezaron a controlar el número de personas que ingresan y para eso pusieron un contador de gente en las bajadas al mar. Algo que tiene mucha lógica y que a la vez es poco efectivo porque en este caso solo redujeron la capacidad del sitio, pero nadie controlaba que las personas no se amontonasen. Así es como en pleno medio día, cuando el sol pegaba más fuerte, la playa no había llegado al límite de visitantes, pero la gente estaba agrupada en los recovecos donde había sombra.

En fin, nuestra mañana de baños en el mar fue excelente, el agua estaba fresquita, pero aun así disfrutable. Las olas eran suaves y la marea se fue retirando de a poco dejando una amplia playa para disfrutar.
Cuando la panza empezó a hacernos ruidos enfilamos devuelta hacia el auto (porque los snacks playeros se frustraron) y de camino pasamos por el restaurante/hotel de Arguiñano ubicado frente al mar. Como recuerdo de Zarautz me saqué una foto con la estatua del famoso cocinero.

UN PASEO POR GETARIA
Un camino que iba bordeando la costa nos llevó al pequeño pueblo de pescadores de Getaria. El sitio es famoso por haber sido la tierra natal de Elcano, el primer hombre que dio la vuelta al mundo y por haber servido de escenario para la película “8 apellidos vascos”.
Dejar el auto fue toda una odisea, estábamos en pleno fin de semana largo y con un día espectacular, y a mucha gente también se le había ocurrido ir a Getaria. Una vez resuelto lo del estacionamiento teníamos hora y media para visitar el lugar. Empezamos por la zona de la costa donde encontramos la pequeña playa de agua calma que está protegida por los acantilados sobre los que se construyó la ciudad.

Subimos al monumento de Elcano, un complejo escultórico realizado por Victorio Macho y que se eleva sobre un antiguo baluarte de la muralla de Getaria. Las vistas desde este lugar eran increíbles, a decir verdad, todo el pueblo es un gran mirador del cantábrico y los acantilados verdes de naturaleza. Por último, paseamos por el casco antiguo, donde Luri se compró un helado tras ver a una niña que tenía uno y al poco de salir de la heladería un hombre le preguntó dónde lo había comprado porque él también quería.

Las calles adoquinadas de la zona histórica están enmarcadas por preciosas casas góticas, barrocas y neoclásicas. Algo muy característico que forma el paisaje de Getaria son las parrillas construidas en el muro externo de las casas (en la calle) y que muchos restaurantes siguen usan para atraer clientes.
Nos quedó pendiente subir al Monte San Antón o Ratón de Getaria (nombre popular por el que se lo conoce) que hasta el siglo XV fue una isla, pero luego construyeron un istmo para unirla al pueblo. Se puede subir a la cima y tener una panorámica muy bonita de la costa y el pueblo.
Para darle cierre a esta vuelta por el País Vasco fuimos a acampar a un cerro boscoso y al día siguiente caminar por entre los árboles fue nuestro único plan del día antes de que Luri volviera a casa y yo siguiera ruta hacia Asturias.
Como habrás visto en las fotos, este viaje lo empecé con muchísima elegancia. La razón de ese vestido largo y colorido es que me lo había comprado para un casamiento al que teníamos planeado asistir antes de que se desatara la pandemia y como no iba a tener muchas oportunidades de usarlo antes de que terminase el verano, decidí llevarlo y estrenarlo. Al final del viaje, volví a la indumentaria poco combinable y me despedí de San Sebastián en remera de pijama y pantalón tailandés.

12 HS EN BILBAO SIN PLANEARLO
Regresando de Asturias, tenía que cambiar de bus en Bilbao para continuar al destino final. Sin embargo, los horarios de los buses no compaginaron como lo había previsto la empresa y perdí la conexión. Lo malo es que el siguiente micro disponible no salía hasta las 5 am del día siguiente, pero en vez de hacerme mala sangre y gritarle a la señora de la compañía como hacía todo el mundo, le pregunté qué lugares me recomendaba visitar en las 12 hs que tenía y me fui a pasear por Bilbao.

Lo primero que me encontré al caminar una cuadra desde la estación fue el estadio del Athletic Club de Bilbao, el club tiene la particularidad que solo puede contratar jugadores que hayan sido formados en Euskal Herria, es decir, la región vasca que comprende el territorio español y francés.
Crucé el puente Euskalduna que parecía una autopista dividida en sectores para autos, ciclistas y peatones, una cosa sorprendente. Para mí era como el puente del futuro donde había espacio para todo el mundo. Del otro lado de la ría había un extenso parque en el que me senté a descansar y contemplar los relámpagos que iluminaban las nubes oscuras. Decidí que no iba a llover, así que volví a ponerme la mochila y caminé hasta el museo Guggenheim, el edificio más loco de Bilbao que simboliza un navío anclado a orillas del Nervión. En la entrada había una enorme escultura de flores reales que parecía la silueta de un gato.

Largo rato después, por fin llegué al casco viejo, que es donde vivía la gente dedicada al tráfico mercantil y portuario. Antiguamente estaba rodeado por murallas y tenía 3 calles paralelas a la ría, con el pasar de los años fue necesario derribar los muros y trazar 4 calles más, formándose así las 7 calles más características de la parte vieja y que albergan numerosos bares, restaurantes y tiendas. Entre los atractivos más relevantes de esta zona están el Teatro Arriaga, la catedral de Santiago y el mercado de la ribera (el más grande cubierto de Europa). Había mucha vida en la calle y en la mayoría de las plazas había gente haciendo música, bailando o rapeando.
A lo largo de la tarde/noche caminando por Bilbao, parar a descansar fue lo que más hice ya que llevaba la mochila y me estaba dejando la espalda en conocer esa ciudad en la que había muchas cosas interesantes para ver, pero que estaban lejos entre sí. Si bien hay mucho que me perdí, para ser un primer encuentro no planeado estuvo muy bien.

RESUMEN ITINERARIO POR EL PAÍS VASCO

- HONDARRIBIA
¿Qué hacer?
1. Caminar por la costanera y disfrutar de la playa.
2. Recorrer el barrio de la Marina y degustar algún pescado típico.
3. Subir al casco antiguo para contemplar las vistas panorámicas, fotografiar el castillo de Carlos V, la plaza de armas y la iglesia parroquial.
4. Seguir las murallas y penetrar las entradas principales de Santa María y San Nicolás.
5. Senderismo por el monte Jaizkibel para relajar la mente con increíbles vistas panorámicas y visitar el Fuerte de Guadalupe (abre los fines de semana entre mayo y septiembre).
Consejo práctico
Existe una guía audiovisual turística de Hondarribia que tiene paseos, puntos emblemáticos, consejos y un mapa que funciona de manera offline. Está disponible en diferentes idiomas y la podés descargar de la Web Oficial de turismo.
- SAN SEBASTIÁN
¿Qué hacer?
1. Paseo por el casco antiguo: plaza de la constitución,
2. Ascender al monte Urgull, existen 4 caminos que comienzan en diferentes puntos, el más antiguo es el que parte desde la Basílica de Santa María y el más bonito el que inicia en el Museo San Telmo, los otros dos partes desde el Paseo Nuevo y en la confluencia de las calles Mari y Virgen. Cada uno de ellos te adentra en un paraje natural con diversos puntos panorámicos para disfrutar y descansar.
3. Caminar por el paseo del río Urumea y fotografiar sus decorativos puentes (Zurriola, Santa Catalina y María Cristina).
4. Disfrutar de las playas de la Bahía de la Concha y practicar surf en el balneario Zurriola.
5. Visitar los jardines del Palacio Miramar.
6. Ir al Peine del viento, donde se dice que el mar y el viento se peinan antes de entrar a la Bahía de la Concha gracias al conjunto escultórico realizado por Eduardo Chillida.
7. Entrar a la Tabakalera y subir a la terraza del 5°piso para contemplar las vistas de la ciudad. Es un centro cultural contemporáneo que se instaló en el antiguo edificio de una fábrica de tabacos que funcionó durante 90 años y tiene exposiciones gratuitas. Abre todos los días, de lunes a jueves de 8 a 22 hs, los viernes hasta las 23 y el fin de semana y festivos de 10 a 23 hs.
8. Recorrer el centro: Biblioteca Koldo Mitxelena, Catedral del Buen Pastor y Mercado San Martín.
9. Degustar tapas en un bar tradicional.
Consejos útiles
¿Dónde estacionar?
En San Sebastián existe un sistema de “parking disuasorio” que está muy bueno. Hay 6 estacionamientos gratuitos ubicados en los alrededores de la ciudad que cuentan con un servicio regular de buses gratis que te llevan al centro y te traen devuelta. Estos buses funcionan todos los días hasta la noche y tienen horarios específicos. Podés encontrar los horarios de los buses y ubicación de los parkings en el siguiente Link.
¿Dónde comer el mejor helado con relación precio/calidad?
En Gelatria Boulevard podés encontrar helados muy buenos a un precio no tan caros como suele ser en España. Tal es el éxito de esta heladería que hasta tiene dos locales en una misma calle y que están llenos a toda hora. Están en la Alameda del Blvd., en plena zona turística.
- GETARIA
¿Qué hacer?
1. Disfrutar de un baño en la playa.
2. Recorrer el casco antiguo prestando especial atención a las fachadas de las casas y disfrutando de las callejuelas empedradas.
3. Contemplar la vista panorámica desde el Monumento a Elcano.
4. Subir al Monte Antón y mirar un lindo atardecer.
- BILBAO
¿Qué hacer?
1. Caminar por los parques de la ría del Nervión.
2. Visitar el Museo Gugghenheim. Entrada general 13 €. Más información en la WEB Oficial.
3. Recorrer sin prisa las 7 calles principales del casco viejo, comer algo en un bar y visitar el Teatro Arriaga, la catedral de Santiago y el mercado de la ribera.
4. Perderse por el Parque de Doña Casilda.
5. Subir al Monte Artxanda en teleférico, en bus o a pie para tener una mirada distinta de la ciudad. Más información del funicular en la WEB Oficial.
6. Cruzar el puente-transbordador Bizkaia que enlaza Las Arenas (Getxo) con Portugalete y que fue declarado monumento de la humanidad por la UNESCO.
7. Contemplar cuadros en el Museo de Bellas Artes. Entrada 7 €. Más información en la WEB Oficial.
8. Ir de compras por Ensanche, el actual centro financiero y comercial de la ciudad.
9. Entrar al estadio del Athletic Club de Bilbao y visitar su museo. Más información en la WEB Oficial.
Consejo práctico
La estación de buses cierra desde las 23 hs hasta las 6 hs, sin embargo, hay servicios que operan en esa franja horaria. Para acceder al edificio hay un ascensor sobre la calle que se activa con el código de barras de tu ticket y te lleva únicamente a las plataformas ya que los otros pisos están cerrados.
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