Rodez, un cuento por la ciudad rosa
- Nomadea
- 2 abr 2020
- 13 Min. de lectura

Catedral de Notre Dame
Para presentarles el destino de hoy, inventé una historia la cual transcurre en un escenario real y que visité hace unos meses. Este sitio tiene la particularidad de ser un poco aburrido para describir en un texto de viajes, pero es perfecto para imaginar un cuento. Así que, en este momento de confinamiento, le doy rienda suelta a mi imaginación para que nos lleve juntos a descubrir la historia de esta niña de 7 años.
Macarena despierta una mañana con la cara llena de lagañas. Sus ojos evidencian una noche mala, de sueños que se volvieron pesadillas y sensaciones raras que no la dejaron descansar. Cuando Sandra, su madre, entra a la habitación la encuentra secándose las últimas lágrimas. Preocupada le pregunta qué le pasa y la invita a ir a desayunar al jardín.
– ¡Vamos, apurate! Están los pajaritos de pecho colorado bañándose en la palangana. – Le dice para motivarla. Haraganeando Macarena sale de la cama y mira el armario buscando algo.
– ¿Qué haces? – Pregunta Sandra impaciente por volver al jardín.
– Busco qué ponerme – responde Macarena.
– Podés ir en pijama, aún es temprano y no hay nadie en la casa.
– ¡No quiero! ¡Es rosa! – responde la niña encaprichada y enojada cruza los brazos para mostrar su enfado. Su madre la mira desconcertada y le extiende la mano con un pantalón azul y una remera blanca.
– ¿Qué tiene de malo que sea rosa?, es tu color favorito.
– ¡Ya no!
– ¿Por qué no? – Pregunta Sandra, escondiendo una sonrisa que brota al ver a su hija enfurruñada.
– Porque es el color de la ciudad del miedo.
– Bueno, entonces tendremos que cambiar todas las cosas de tu cuarto, pintar las paredes, tirar tu ropa e incluso los vestidos de tus muñecas – dice Sandra para hacerla reflexionar. Macarena no había caído en la cuenta de todo lo que iba a perder al dejar de gustarle el rosa. Sus juguetes favoritos, sus prendas preferidas, las princesas, todas sus cosas rondaban los tonos rosados. Perturbada y un poco asustada de tomar esa decisión, sale al jardín a jugar con Roquet y mientras le tira un palito para hacerlo correr desayuna en la taza amarilla de su papá.

Durante todo el día no quiso pensar en sus sueños y aunque siguió evitando el rosa, trató de olvidar el dilema con el color. Al llegar la noche, está más tranquila y se acuesta sin miedos. Al cerrar los párpados se hunde en una profunda respiración que va borrando el cansancio de la noche anterior, y tendida en su cama empieza a soñar:
... Dos pequeños pies avanzan torpemente por los desgastados adoquines que se multiplican a cada paso; tropiezan y cae al suelo. Macarena siente el dolor en sus rodillas y comprende que esos pies son de ella. Haciendo fuerza para no llorar, levanta la vista queriendo encontrar los consoladores brazos de su madre, pero en su lugar la contempla alejarse despreocupada y enredada en una conversación llena de carcajadas con su papá. Mamá no me vio caer, piensa Macarena, y apresurada se levanta para no quedarse atrás. Intenta alcanzar a sus padres y vuelva a tropezar. Grita fuerte ¡MAMÁ! ¡PAPÁ! y entre risotadas los ve desaparecer al girar en la esquina. Con las rodillas magulladas y las manos raspadas se pone a caminar. A medida que avanza las calles se convierten en angostos pasadizos fríos, las paredes se elevan en gruesos muros de piedra rosada y el viento trae sonidos que Macarena confunde con voces familiares. Se siente abrumada en ese desconocido lugar y sin saber hacia dónde andar, de sus ojos lágrimas empiezan a brotar.
– ¿Qué te pasa niña? ¿Perdiste a tus padres? Vení conmigo, yo te puedo ayudar – le dice un felino sensual con alas de murciélago mientras desciende suavemente por la pared. Desconfiada, Macarena lo mira sin contestar.
– No le hagas caso a este charlatán, solo te quiere engañar. Si me seguís a mí los podrás encontrar – le susurra un ave rapaz.
– ¿Por qué estás tan asustada? ¿no te gusta el rosa de nuestra ciudad? Todas las niñas aman ese color. – Comenta un ser de cuello estirado que atraviesa el grueso muro de arenisca. Macarena ya no siente el dolor de sus rodillas, su respiración acelerada se entrecorta por el miedo, le tiembla todo el cuerpo y empieza a correr en el mismo instante en que despierta...
La nena sigue asustada, nerviosa se muerde el labio, recorre con la mirada su habitación y tras animarse a comprobar que debajo de la cama tampoco hay nada, pone los pies en el suelo para salir corriendo. En el pasillo se choca con Sandra quien al verla tan agitada le da un abrazo tranquilizador de madre.
– Mamá, otra vez, la misma pesadilla de ayer. La ciudad rosa con los monstruos. No me importa perder todas mis cosas, pero ya no quiero ver ese color, me asusta…
– Tranquila Macarena, es solo un sueño. Nada de lo que pasó es real, relájate y vamos a desayunar. – Le responde Sandra tratando de serenarla.
– De verdad mamá, ya no quiero mis cosas rosas, no quiero nada que me recuerde a los monstruos de ese lugar.
– No hay nada de malo con el rosa, es solo un color y llevo 42 años sin ver un monstruo, ¡te puedo asegurar que no existen!

Gárgola de la casa Benoît
Macarena no tiene apetito, deja el desayuno de lado y trata de distraerse con Roquet, le rasca la panza, lo hace repetir sus piruetas, lo premia con un hueso y corren por el jardín, pero nada la anima. Sandra está preocupada, nunca había visto a su hija tan agobiada, estar con Roquet siempre le había ayudado a superar los malos ratos, sin embargo, esta vez la pesadilla la había afectado verdaderamente.
Suena el timbre, Pancho abre la puerta y, después de un cordial saludo con la recién llegada, le indica que Sandra está en el jardín. Al verle la cara a su amiga Azucena le pregunta si llega en un mal momento.
– Para nada – responde Sandra – sólo estoy un poco desorientada porque van dos días que Maca se despierta asustada y ahora dice que no le gusta el rosa, que le trae malos recuerdos y que quiere deshacerse de todo lo que tenga ese color.
– ¡Pero qué locuras dice esta niña! si en 7 años no ha parado de acumular objetos rosas… - responde Azucena escandalizada.
– Lo sé, por eso quiero hacerla entrar en razón. La situación no está como para seguir los caprichos de una niña. Tengo que sacarle la idea de que hay algo malo con los colores, que entienda que no hay relación alguna entre el rosa y los monstruos, y sobretodo que no existen los monstruos. – Resopla Sandra al desahogarse.
– Recuerdo cuando fuimos con Marcelo y sus hijos a conocer la catedral de Notre Dame en París, al principio estaban asustados por las gárgolas, les aterraba la idea de entrar a un sitio del que salían esos monstruos con posturas intimidantes. Cuando les contamos que eran para proteger la catedral de malos entraron corriendo diciendo que los malvados estaban fuera – Responde Azucena con una carcajada burlona.
– ¿Y qué hago con Maca? ¿La llevo a París a ver la catedral incendiada? Eso la podría asustar aún más…
– A París no, pero pueden ir un día a Rodez. Escuché que ahí también hay esculturas diabólicas y, además, varios de los edificios más importantes están hechos de arenisca rosa. Con lo cual tendrías las dos cosas en una misma ciudad, los monstruos y el color. – Sandra la mira pensativa. Sin duda va a analizar esa idea más tarde.

Torre Corbieres
Después de una semana de pesadillas casi continuas, Sandra nota muy cansada a su hija, una sombra oscura debajo de los ojos profundiza su mirada que desentona con el pálido de su cara. Cualquier ruido fuerte la perturba, lucha con la fatiga para no dormirse, busca excusas para estar despierta has más tarde de lo habitual y la negación al rosa persiste. Sandra mueve la cabeza confirmando su decisión y abre la computadora. En el buscador escribe “Rodez” y lee rápidamente entre líneas: comunidad francesa, departamento de Aveyron, emplazada a 627 metros de altitud, encuentra fotos de la catedral y sigue bajando hasta dar con la página de la oficina de turismo. Después de un vistazo a todas las cosas que hay para conocer termina de convencerse y les escribe un e-mail contándoles sobre las pesadillas de su hija y la posible visita que harán el fin de semana. En menos de una hora, recibe la respuesta de turismo con la invitación a participar de una visita guiada en la cual los niños son los protagonistas y descubren la ciudad por medio de juegos, historias y personajes mágicos.

El sábado por la mañana, Sandra entra a la habitación de Macarena con una bandeja cargada de media lunas, frutas y un vaso leche. Entreabre la persiana para dejar pasar un poco de luz y la despierta dulcemente. Macarena se incorpora en la cama, le da un abrazo de buenos días y al ver la bandeja sobre la mesita de luz pega un grito de felicidad y abraza aún más fuerte a su madre.
– ¡Mamá, me preparaste el desayuno especial de cumpleaños! Pero hoy no es 9 de mayo…
– Ya lo sé, pero hoy será un día especial. Apresurate a comer y ponete algo que nos vamos a pasear. – Responde Sandra sin darle muchos detalles para mantener la sorpresa.
Después de una hora, están las dos en el auto. Macarena quiere saber de qué se trata esta salida inesperada, pero su mamá es muy buena alimentando su curiosidad y solo responde cosas descabelladas. Así que cuando llegan a Rodez, Macarena sabe tan poco como antes de comenzar el viaje. Se reúnen con un grupo de personas en la fachada oeste de la catedral y Macarena aprieta el brazo de su mamá mientras sube la mirada para observar el muro de arenisca rosa y de aspecto fortificado.
– Mamá, vayámonos, esta ciudad me asusta.
– Tranquila hija, no pasa nada, ya verás cómo termina gustándote.

Vitral de la catedral de Notre Dame
Macarena extiende la mano para recibir un par de binoculares que le entrega la guía de turismo, automáticamente apunta con ellos hacia la cima de la torre de 87 mts que sirve de campanario a la catedral y se sienta en el suelo junto con el resto de chicos para escuchar la historia que acaba de comenzar:
...“La ciudad está vigilada por extrañas criaturas que se esconden en lo alto de los edificios, en los antiguos muros de las casas, en la fachada de la catedral… y desde allí observan a todos los visitantes. Fueron colocados hace muchísimos años para decorar y desaguar los tejados. En un principio eran representaciones humanas y animales simples, con pocos detalles, pero bonitas. Según cuenta la leyenda, durante la Edad Media la actual ciudad de Rodez estaba formada por dos barrios rivales protegidos cada uno por su propia muralla. De un lado, estaba Bourg, dirigida por los condes de Rodez y habitada por importantes familias de mercaderes. Del otro lado, estaba la Cité, situada en las inmediaciones de la catedral de Notre Dame, ocupada por familias humildes y administrada por los arzobispos quienes envidiaban el poder económico de los condes.

Casa de Armagnac
Con el tiempo, los conflictos entre los dos barrios fueron creciendo, casi a diario se escuchaban noticias de destrozos provocados por los vecinos del otro lado de la muralla. Un sentimiento de odio y venganza cubrió a la ciudad de Rodez haciendo despertar a las criaturas de las fachadas. Sus siluetas empezaron a desfigurarse adquiriendo rasgos endemoniados. Los condes intentaron restaurarlos, pero no hubo forma de eliminar la monstruosidad en las figuras. Empezaron a correr rumores de que las gárgolas deambulaban por los barrios durante la noche, que vigilaban muy de cerca a la gente que caminaba en las calles oscuras, que les tiraban cosas y los asustaban con malévolas carcajadas hasta obligarlos a regresar a sus casas. Todos conocían a alguien que tenía un amigo o un familiar que había sigo acosado por las gárgolas así que no había quien no le temiese a las oscuras calles de Rodez controladas por las gárgolas. Ya nadie se atrevía a escaparse para hacer maldades en el barrio contiguo. Así apareció la hermandad entre Bourg y la Cité que se reafirmó durante la Guerra de los Cien Años, época en que unieron sus murallas para formar un solo bando.
Desde entonces se dice que las gárgolas de Rodez tienen ese aspecto tan tenebroso para mantener a raya a los malos espíritus y asustar a los pecadores. Pero si ustedes son personas buenas, que han hecho alguna que otra travesura, pero nada tan terrible como para ser considerado pecadores, no tienen por qué temer, ellas serán buenos con ustedes y los protegerán...”

Gárgola de la catedral de Notre Dame
Macarena resopla tratando de creerse la historia que acaba de escuchar. Aunque no deja de mirar desconfiadamente a las gárgolas, entra a la iglesia junto con el resto del grupo. Captan su atención los 7 vitrales modernos del coro, obra del artista Stéphane Belzère que representan la tierra, el aire, el cielo, el fuego y el agua, la resurrección y la transfiguración de la carne, y los sacramentos. Tras subir los 400 escalones que casi la dejan sin aliento, llega a la cima del campanario desde donde observa toda la ciudad. Desde esa altura se siente más valiente que las gárgolas y cuando vuelve a descender está preparada para jugar a las escondidas por el casco antiguo junto con el resto de los chicos.
Mientras corre junto al grupo en busca de un buen escondite, mira el suelo y descubre que está empedrado. Sus pies desaceleran el paso y se queda parada invadida por el miedo al recordar su pesadilla. Los demás niños se alejan a toda prisa y al cabo de uno minuto deja de escuchar los gritos de ansiedad de éstos. Sigue inmóvil, sabiendo que esta vez no va a despertar, no es un sueño, está ahí de verdad. Mueve rápidamente los ojos para constatar que no hay ninguna gárgola observándola. Toma una gran bocanada de aire que deja escapar por la nariz y más tranquila se pone a caminar.
– Estas casas son muy bonitas – piensa mientras las observa. – Seguro que estoy en el barrio de los millonarios comerciantes del siglo XV. – reflexiona antes de leer en un cartel: “Casa de Armagnac”. – Esta construcción sí que es rara, tiene una especie de torre en la esquina y hay retratos de persona decorando las ventanas… Mmm, ¿serán gárgolas o los antiguos dueños de la casa? – Sin darse cuenta deja de lado sus inseguridades e invadida por una sensación de bienestar se deja guiar por la curiosidad. Rodez, está llena de callejuelas irregulares unidas por pequeñas plazas secas que Macarena recorre sin dudar. Mira las vidrieras decoradas con ropa que ocupan la parte baja de las casas medievales y sale corriendo al ver el reflejo de los chicos del equipo contrario que continúan jugando. Gira la cabeza hacia todos lados sin saber dónde meterse y una voz le dice: “Rápido, seguime, yo te ayudo a esconderte”, redirecciona la mirada y descubre que es una de las gárgolas de la catedral. – No me mires así – dice la criatura – solo quiero ayudarte…. Conozco un sitio dónde no te descubrirán. –

Gárgolas de la catedral de Notre Dame
Macarena no quiere perder a las escondidas, así que va hacia donde le indica el ser de aspecto diabólico. Cruza una arcada y entra al patio interior de una antigua casa de muros rosas. Se detiene a observarla, en una pequeña placa lee “Casa de Benoît”, contempla las ventanas alargadas y recuerda que ella siempre había querido vivir en un lugar donde todo sea de ese color. Sin embargo, después de la semana de pesadillas duda si realmente el rosa sigue siendo su color predilecto. Baja la cabeza apenada, quiere que esa historia sea cosa del pasado. Una voz la trae devuelta al presente; es la gárgola quien le avisa que el otro equipo se aleja y que es seguro salir.
– Gracias – responde tímidamente Macarena.
– De nada – dice la criatura – los chicos se fueron hacia la derecha, así que te recomiendo doblar a la izquierda. El resto de tu equipo está escondido en el Museo de Soulages, es muy fácil reconocerlo, es un moderno edificio formado por cubos cubiertos de vidrio y acero, ubicado en el Jardín Foirail. – La niña sonríe en agradecimiento y a toda prisa se dirige al museo donde se reúne con el resto de los chicos.

Museo de Soulages
– ¿Dónde estabas? – le pregunta el equipo – estábamos preocupados, pensábamos que te habían encontrado – Burlona Macarena responde – estaba haciendo nuevos amigos y conociendo esta hermosa ciudad que homenajea a mi color favorito. – Luego pega la frente a la ventana del museo y acerca las manos a los lados de los ojos para ver mejor.
– Chicos, creo que ahí viene el otro equipo, tenemos que movernos sino nos encontrarán. – dice ansiosa una nena.
– ¡Todos a correr hacia los miradores! – gritan varios a la vez. Los chicos armaron tanto revuelo mientras escapaban que finalmente los del otro equipo los vieron y fueron tras ellos. Todos juntos fueron a los miradores para ver cómo la ciudad se convertía en verdes campos cultivados. Después de un merecido descanso en el cual compartieron los lugares secretos donde se habían escondidos, volvieron a reencontrarse con sus padres que estaban merendando en la colorida calle de Bonald. Sandra se alegra al ver sonreír a su hija mientras conversa con otra de las nenas y la recibe con un licuado de frutilla, su bebida preferida por el color.
El viaje de regreso se hace largo para Macarena. Tiene los pies adoloridos de caminar, siente molestias en el cuello por mirar las gárgolas y se deja ganar por el cansancio entrando en un profundo y relajante sueño sin temor a las pesadillas.

¿QUÉ HACER Y QUÉ VISITAR EN RODEZ?
La oficina de turismo ofrece varias visitas guiadas, dos de las cuales son temáticas: Gran historia y pequeñas leyendas (nocturno, 7,50 € por persona) y La caza de los monstruos (6 € los adultos y 4 € los menores de 18 años). Podés encontrar más información en la WEB Oficial.
La Catedral de Notre-Dame: constituye el emblema de la ciudad, es de estilo gótica y una de sus fachadas aún conserva su aspecto de fortificación. Antiguamente estaba anexada a la muralla. Posee una torre campanario de 87 mts de altura a la cual se puede subir para tener una vista panorámica de Rodez.
Casa de Armagnac: construida entre 1525 y 1531 donde estaba el castillo de los condes de Armagnac.
Casa de Benoît, es una casa renacentista con una antigua galería gótica que perteneció a un importante comerciante de la época.

Casa de Guitard, una edificio bancario del siglo XIV que destaca por su ancha torre.
Iglesia de Saint-Amans, presenta una fachada de estilo barroco mientras que su interior es románico. Saint Amans del siglo V fue el primer obispo de Rodez y a quien se le atribuyen diversos milagros.
Palacio Episcopal, la residencia del Obispo de Rodez originalmente estaba unida a la catedral y a la muralla, pero fue trasladada al expandirse la catedral en el siglo XV. El edificio es uno de los pocos de la ciudad construido en ladrillo.
Torre Corbieres, se encuentra unida al Palacio Episcopal, fue construida en el siglo XV y es una de las 20 torres que en su tiempo tuvo la muralla de Rodez. Durante la Revolución Francesa se utilizó como cárcel.
El casco antiguo está formado por calles peatonales, en las que destacan la rue de Bonald y la rue de l'Embergue por sus tiendas, bares y los colores de sus empedrados.
Museo de Soulages, el edificio está conformado por volúmenes monolíticos cubiertos de acero Corten rojo oscuro. Posee más de 500 obras y documentos del pintor Pierre Soulages quien es oriundo de esta ciudad. Más información en la WEB.
Museo Fenaille, posee una colección de estatuas menhires arqueológicas de hace más de 5.000 años.
Museo Denys-Puech, dedicado a los artistas de Aveyron del siglo XIX en el cual se exponen principalmente esculturas.

Torre campanario de la catedral de Notre Dame
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