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Narbonne ciudad, playa, vino y mucho más

  • Foto del escritor: Nomadea
    Nomadea
  • 20 abr 2020
  • 8 Min. de lectura


- ¡Primer viaje a Francia!

- Aaaay París… la ciudad del amor, la torre Eiffel, la boina de lado, la baguettte y los croissants.

- Eeeh, algo así, pero sin París. Porque Francia es mucho más que al capital, el río Sena y el palacio de Versalles. Así que nada de París, al menos por el momento.


Narbonne fue la primera puerta que abrí para empezar a conocer Francia, bueno, realmente Narbonne Plage que es un pueblo costero ubicado a 20 km de la ciudad. Nunca había imaginado visitar este lugar, porque no sabía que existía hasta una semana antes de ir… (raro, pero cierto)


La primera conversación con un francés, en su tierra natal y en su idioma materno, aunque a decir verdad poco dije y menos entendí. En mi cabeza la señora del hotel nos recomendaba ir al supermercado ubicado a 4 km donde vendían los mejores croissants del mundo mundial y realmente nos decía que el supermercado grande más cercano estaba a 4 km en Gruissan.



No solo fue el primer contacto con la cultura francesa, sino también mi primera experiencia arreglando ruedas de bicicleta. Si hubiese llevado un registro de cada vez que mis yantas terminaban desinfladas contra el suelo, seguramente aparecería en el libro de los record Guinners junto al hombre de las uñas largas. Aun teniendo esta costumbre, nunca me había tomado el trabajo de aprender a emparchar porque siempre había alguien que lo hacía por mi (el bicicletero, mi papá) o tenía un inflador para salir del paso. Pero esta vez fue distinto, estando a 15 km del hotel y en medio de la montaña, difícil era conseguí una bicicletería y volver caminando empujando la bicicleta no era plan.

Así sin otra opción que poner manos a lo obra, le saqué fotos para saber cómo debía quedar todo rearmado y me puse a desmontar los cambios para sacar la rueda, la cámara y poner el parche. Me llevó bastante tiempo, implementé bastante fuerza para desajustar la rueda y terminé con grasa por todos lados, pero lo logré (aunque de regreso se volvió a pinchar). Te dejo esta foto que conmemora el gran evento y sigo con Narbonne playa y ciudad.



Imagínate un pueblo de casas bajas de colores claros y grandes ventanas, sumale una extensa playa de arena blanca que se vuela con el viento, un mar calmo color azul oscuro con olas que rompen delicadamente a metros de la orilla, se un poco más osado y a un lado ponele de fondo un cordón montañoso con picos nevados que llegan hasta la línea de la costa, ahora para terminar agregale una vegetación espinosa con plantas de romero por todos lados. Eso es Narbonne Plage, ¿te gustó? Ya estás listo para descubrí qué más hay…


¿QUÉ HACER EN NARBONNE PLAGE Y ALREDEDORES?

Disfrutar del mar, caminar por la playa hasta la puesta del sol, hacer castillos de arena, rebozarte como milanesa (o croqueta) y contemplar los picos nevados mientras remojas los pies en el agua salada. Si estos consejos te parecen muy obvios, podés seguir leyendo las otras opciones:



Natur'Ailes: es el festival de cometas gigantes que se hace en la playa, suele ser un fin de semana. Podés verificar las novedades del evento en la WEB Si justo cuando vas a ir no está programado el festival, no te preocupes que remontar cometas gigantes es una afición para muchos y seguramente si hay un poco de viento habrá alguien haciéndolas volar.


Gouffre de l´Oeil Doux: se encuentra a 7 km de Narbonne Plage y para mí es el IMPERDIBLE de la zona. Esta maravilla de la naturaleza es básicamente un cenote de agua de mar verde esmeralda rodeado de paredes calcáreas de hasta 40 mts de altura y un bosque de pinos. A través de canales subterráneos, el agua ingresa a este lugar dando origen a una laguna calma con una profundidad aproximada de 14 metros (varía según las lluvias). Una caminata de 10 minutos desde el estacionamiento te permite llegar a la parte alta, para apreciar el acantilado hundirse en las aguas claras y un pequeño sendero de 10 minutos más te lleva a orillas de la laguna y aunque no esté permitido bañarse, es un bonito sitio para descansar.



Gruissan: ubicada a 13 km, es un antiguo pueblo de forma circular, rodeado por el mar y conformado por callejuelas adoquinadas, fachadas de tonos pasteles, coloridas flores, ventanas de madera y restaurantes especializados en mejillones, sardinas y mariscos. El ícono de la aldea es la torre medieval Barberousse, alrededor de la cual se asentó la población y desde donde se puede tener una excelente vista panorámica (entrada gratuita, abierto de junio a septiembre de 7 a 19.30 hs y de septiembre a mayo de 8 a 18 hs).



Le Jardin de l´Ermite y La Chapelle Notre Dame des Auzils: desde Gruissan comienza un sendero que se adentra en el macizo de Clape y tras 4,5 km por el bosque de pinos te permite llegar al jardín de la ermita. Una vez allí podés continuar un km más para acceder al cementerio de los marinos y finalmente subir por un camino pedregoso a la capilla de nuestra dama de Auzils.



También está la posibilidad de subir en un pequeño tren turístico hasta el cementerio de los marinos, este tren opera los días miércoles por la mañana de julio a agosto (8 por persona). Capilla abierta de 10 a 12.30 hs y de 15.30 a 19 hs, lunes y martes cerrada.

La capilla está adornada con objetos utilizados por los marineros y cuenta con una amplia colección de cuadros de navegantes, algunos de los cuales están directamente pintados sobre la pared y tienen dibujado alrededor un marco como si fuese un cuadro real.




Visitar viñedos: es una buena opción si sos mayor de 18, te gusta el vino y encontrás un voluntario que no beba y sea el conductor designado. La zona está llena de bodegas para hacer una visita y degustación. Los viñedos trepan por el macizo de Clape y la mayor parte del camino que une Narbonne Plage con Narbonne está enmarcado por las plantaciones.



NARBONNE EN UN DÍA ¿QUÉ HACER?

La Vía Domitia fue el primer camino romano en Galia que unía España con Italia y, estratégicamente, en 118 a. c. los romanos fundaron sobre esta la ciudad de Narbo Matius (antiguo nombre de Narbonne). El sitio prosperó rápidamente gracias su emplazamiento y alcanzó el título de capital de Galia convirtiéndose así en una de las ciudades más importante de la región durante el imperio romano de occidente.

En 462 pasó a formar parte del reino visigodo de Tolosa, hasta 718 cuando fue tomada por los musulmanes que venían de la península Ibérica. Los locales, cansados de los musulmanes los aniquilaron en 759 y les entregaron la ciudad a los francos a cambio de conservar sus propias leyes, quedando así integrada definitivamente al Imperio de los francos.



Tantos años de historias dejaron un patrimonio histórico rico en Narbonne, el cual fui descubriendo a medida que pedaleaba por la ciudad. El recorrido empezó bien temprano, cuando el tráfico de autos empezaba a despertar y las cafeterías aún aguardaban a que llegase la gente para disfrutar del clima mediterráneo en sus terrazas. El casco antiguo es un laberinto de angostos callejones irregulares en los cuales predominan los muros de arenisca y las ventanas ojivales. Dejarse llevar por las fachadas bonitas y las construcciones antiguas es un recorrido agradable asegurado.


Un paseo por el Canal de la Robine me permitió llegar al casco antiguo de la ciudad. Este angosto canal de 32 km de largo desemboca en el mar y alberga restaurantes flotantes y barcos convertidos en viviendas. En sus dos márgenes hay un paseo peatonal que se convierte en el refugio de quienes quieren desacelerar un poco el ritmo de la ciudad y disfrutar un ambiente más natural. Los jueves y domingo por la mañana se organiza un mercado a lo largo del canal.



El puente de los mercaderes construido originalmente con 6 arcos en el siglo I a.c. (actualmente tiene uno), te permite pasar al otro lado del canal. Tiene dos particularidades que lo convierten en un puente especial y destacable de la ciudad. La primera es que está justo sobre la antigua calzada de la vía Domitia y la otra es que es uno de los pocos puentes habitados de toda Francia y se puede ver el agua únicamente desde las ventanas de los comercios. De hecho, cuando estas caminando por el casco antiguo es difícil darte cuenta de que estas sobre el puente, porque está tan bien integrado al plano de la ciudad que parece una calle comercial común y corriente.


La Vía Domitia, se pueden ver los restos del viejo camino empedrado e incluso caminar sobre este en la plaza del Hotel de la Ville. Adoquines pulidos por el paso personas, caballos y ruedas de carretas a lo largo de muchísimos, brillosos, resbalosos y desnivelados, si pudieran hablar cuántas historias tendrían para contar.



Les Halles es el mercado principal, el lugar donde podrás encontrar variedad de productos locales, frutas, verduras, carnes y diversidad de pescados. Aunque no te interese comprar nada, vale la pena ir para ver su arquitectura, los grandes ventanales contenidos por una la estructura de hierro con motivos decorativos.


Horreum Romano, son unas galerías subterráneas del siglo I a.C. que según se cree fueron construidas por los romanos para usarlas como almacenes, ya que se encuentran cerca del antiguo mercado. Tienen 5 metros de profundidad y actualmente se encuentran en los cimientos de varios edificios históricos con lo cual no se puede excavar para obtener más información. Se pueden visitar, la entrada tiene un valor de 4 por persona.



La Catedral de San Justo y San Pastor, es la joya arquitectónica e ícono de la ciudad. Empezó a construirse el 3 de abril de 1272, pero cuando al inició de la guerra de los Cien Años en 1345, los cónsules decidieron interrumpir las obras ya que para continuar con el crucero era necesario desplazar la muralla de la “Cité”, algo muy riesgoso en época de conflictos bélicos.

A inicios del siglo XVIII y entre 1840 y 1842 continuaron con los trabajos, pero la catedral nunca fue acabada y al parecer nunca lo harán; así que el edificio religioso se limita a un coro espectacular, dos torres gemelas y varias arcadas sin techo y ventanas sobre muros abiertos que le dan un encanto especial. Fue hecha en estilo gótico (algo poco común en la zona) por decisión del arzobispo para mostrar su vínculo con el Reino de Francia y afirmar el rechazo hacia los cátaros. Es la cuarta catedral gótica más alta de Francia, una característica que impresiona muchísimo, te hace sentir diminutos, pero que a su vez molesta un poco a la hora de sacarle una buena foto. El coro de la catedral tiene 48 metros de ancho, 55 de largo y un poco más de 40 metros de profundidad en sus bóvedas, estas dimensiones son superadas únicamente por las catedrales de Beauvais, Amiens y Metz.



Dentro de la catedral, resaltan el gran órgano del coro de 23 metros de altura hecho por Christophe Moucherel para reemplazar el anterior que había sido destruido durante el incendio de 1727. La sala del tesoro, famosa por su cúpula de ladrillo que produce una acústica destacable y desde 1950 guarda los tesoros de la catedral compuestos por tapices, manuscritos y objetos encontrados en la tumba de Felipe el Atrevido. Se puede visitar abonando 6 por persona.



La catedral de San Justo y San Pastor junto con el Palacio Viejo, las Torres de la Magdalena y San Marcial, el Palacio Nuevo, la casa de la villa o Ayuntamiento y la Torre de Gil Aicelin, conforman lo que se conoce como el Palacio de los Arzobispos. Es un conjunto arquitectónico monumental que reflejan el poder excepcional que tenían los arzobispos en la ciudad y tiene una mezcla de románico y gótico. El Palacio Nuevo fue edificado en 1840, está rodeado de dos torres cuadradas y conectado a la catedral y Palacio viejo por el Pasaje de l´Ancre. Actualmente es la sede del Ayuntamiento, pero se puede visitar y alberga al Museo de Bellas Artes. La Torre de Gil Aicelin fue construida entre 1290 y 1311, posee 160 escalones y es posible subir para tener una vista panorámica de la ciudad. El Viejo Palacio, hoy en día, fue convertido en el Museo de Arqueología.


Así es esta zona del sur de Francia, si no te sorprende su arquitectura monumental, lo hacen sus playas, su naturaleza o sus pueblos.



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